El policía que realizaba 'viajes astrales'

Estando en Mérida, a la edad de 18 años, Esteban Hoil comprobó mediante una llamada que viajó a casa de sus padres en Valladolid.

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Los viajes astrales le ocurren a personas de cualquier edad, desde niños hasta adultos. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- El tema de los “viajes astrales” es muy polémico. Antes de presentar el caso de hoy, el cual le ocurrió a una persona que actualmente es policía estatal, debemos empezar por definir este concepto.

Un viaje astral es “la sensación de estar flotando proyectado fuera del cuerpo”. 

En algunos casos el sujeto puede ver su propio cuerpo (como si fuera un observador externo) y viajar hacia otros sitios y percibir lo que está pasando como si estuviera viendo una película en el cine.

También se le conoce como “desdoblamiento astral” o “proyección astral”, y muchas personas afirman haber tenido esta sensación de forma involuntaria, es decir, no se acuestan a dormir con la firme intención de realizar este “viaje astral”.

Psicólogos, científicos y múltiples especialistas han realizado estudios e incluso escrito libros al respecto; uno de ellos, Robert Monroe, hizo una recopilación de 1,900 casos de personas que realizaron viajes astrales, en un estudio que tardó dos décadas.

Sin forma de medirse

En experimentos controlados, algunas personas fueron capaces de inducir la experiencia de manera ponderada, a través de visualizaciones dispuestas en un estado meditativo o en un sueño lúcido. La ciencia sabe relativamente poco sobre el asunto por no disponer de medios para comprobar dichas experiencias, mediante instrumentos de medición. Para la ciencia, hasta el momento, no hay ninguna evidencia de que la sensación de experiencia extracorporal tenga otra explicación además de una alucinación.

Sin embargo, lo sorprendente de los viajes astrales es que muchas veces se puede comprobar si es real o no, cuando el testigo describe las cosas que vio.

Este es el caso de don Esteban Hoil, policía jubilado de la SSP, quien comenta que cuando era joven, a la hora de dormir batallaba mucho porque tenía pesadillas que parecían muy reales.

Lejos estaba de saber la realidad de lo que le estaba ocurriendo hasta que un día lo descubrió gracias a un primo:

De Yucatán a Valladolid

“Desde que tenía 14 años empecé a tener pesadillas y sueños que aunque eran comunes, los veía muy reales, me pasaba mínimo dos o tres veces al mes, así hasta que cumplí 18 años; yo nací en Valladolid, pero a esa edad me fui a estudiar a Mérida y vivía en casa de unos tíos.

“Yo dormía en el cuarto de uno de mis primos y él empezó a notar que cuando dormía estaba muy inquieto, le expliqué que eso me pasaba desde niño y como se mostró muy interesado, le empecé a platicar de todo lo que yo soñaba.

“Mi primo era mayor que yo por cinco años, estaba estudiando medicina y por eso creí que se interesaba en lo que tenía, hasta que me dijo que lo que a mí me ocurría era que realizaba de forma inconsciente ‘viajes astrales’.

“Confieso que yo jamás había escuchado ese término y cuando me lo explicó me quedé de 'a cuatro' y me dijo que fácilmente se podía comprobar, pues cuando yo sintiera esas pesadillas, al despertar debía apuntar lo que había visto y, en la medida de lo posible, comprobarlo.

“Fue así como un día ‘soñé’ que había ido a casa de mis papás en Valladolid y vi que estaban frente a la televisión, en un momento dado mi mamá entró al baño pero se dio cuenta de que se había quemado el foco, salió y le dijo a mi papá que comprara otro foco, a lo que él dijo que al día siguiente lo haría.

Y lo comprobó 

“Entonces, lo que yo hice a la mañana siguiente fue llamar por teléfono a mi mamá, y para no preocuparla le dije que sólo le hablaba para saludarla, lo que le extrañó porque apenas un día antes le había llamado y yo no era de hablar seguido; tras hacerle plática me dijo que se había quemado el foco del baño…

"No aguanté la impaciencia y le dije ‘¿y qué dijo papá? ¿Que hoy iría a comprar otro foco?’ A lo que sorprendida me contestó mi mamá que sí, que cómo lo sabía, que si ya había hablado con él.

“Para no asustarla no le dije nada en ese momento, pero de cierta forma, aunque tenía un poco de miedo, me sentí un poco tranquilo al saber que no eran pesadillas lo que padecía sino viajes astrales.

“Esto me continuó pasando hasta que cumplí 31 años y un día, sin más me dejó de ocurrir, hasta la fecha en que ya tengo 68”, finalizó.

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