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Entre filias y fobias, el Tren Maya, impulsor del desarrollo en el sureste del país, avanza en vía libre y a velocidad permitida. Su concreción en los diversos frentes de construcción incomoda a algunos; resulta normal que grupos de ambientalistas y defensores de la cultura maya no comulguen con el proyecto, su opinión es tan valiosa como la de quienes están a favor del mismo; sostengo que deben ser escuchados y atendidos en sus dudas para paliar sus temores sobre los daños ecológicos y trasnsculturalización de las etnias asentadas en el trazo de la línea férrea.

Tengo seguridad de que si en la biosfera de Calakmul se aplican las mismas metodologías utilizadas en la Reserva Cuxtal, localizada en el sur de Mérida, su integridad y preservación están aseguradas. He seguido con curiosidad las actividades multidisciplinarias realizadas en este regazo verde que obtiene múltiples beneficios, frente a escasos daños, de la construcción de este ambicioso proyecto.

El trazo del ramal III del Tren Maya, de 158 kilómetros -comprendido entre Calkiní, Campeche, e Izamal, Yucatán-, por su misma ubicación, cercana a conglomerados poblacionales, ha permitido a muchos desempleados acceder a una actividad remunerada; no todos trabajan directamente en la industria del riel, los campesinos por su propia experiencia laboran en la construcción de la cortina vegetal ubicada a los lados de los terraplenes con sus camas de balastro.

La reserva ecológica Cuxtal ofrece ventajas que permiten una mejor intervención, el territorio donde se extiende la reserva está comprendido entre las comisarías de Dzununcán y Molas y las subcomisarías de San Ignacio Tesip, Xmatkuil, Santa Cruz Palomeque, San Pedro Chimay, además de Hunxectamán, Dzoyaxché y Tahdzibichén. Casi todas estas subcomisarías en el pasado fueron haciendas henequeneras y cuentan con idénticas fisonomías urbanas, y sus poblantes ven con cierta indiferencia que su territorio sea atravesado por el Tren Maya.

He mencionado que la Reserva Cuxtal se encuentra fuertemente comprometida por diversas problemáticas ambientales que la colocan en riesgo de su propia vocación natural. Los humanos han dejado una profunda huella depredadora en la flora y la fauna del lugar.

Lo que era una nutrida vegetación hoy es talada para fines comerciales o de usos y costumbres, convirtiéndola en un reservorio de desechos sólidos que ponen en riesgo los mantos acuíferos que corren en el subsuelo de ese territorio.

La construcción del Tren Maya y su presencia en esa zona ha permitido la implementación de programas de manejo y gestión de los residuos sólidos; otras actividades surgidas del proyecto de construcción del Tren son el rescate y reubicación de la flora endémica encontrada en el área de construcción.

Estos beneficios son inmediatos, otros pronto se ponderarán por el beneficio social, laboral, cultural y la deseada conectividad del sur sureste con el sistema ferroviario de México y con interconexión con los Estados Unidos.

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