¿Es lo mismo ser religioso que ser espiritual?

Para enfrentar exitosamente los grandes desafíos y retos que trae consigo la vida cotidiana no será suficiente usar la religiosidad como un refugio.

|
En México la religiosidad se expresa de muchas maneras. La imagen corresponde al festejo de la Candelaria. (AP)
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

SIPSE.com
MÉRIDA, Yuc.- Investigadores de la UVM y la UNAM exploraron, a través de entrevistas y cuestionarios, cómo viven su vida religiosa y espiritual los adultos mayores mexicanos y cómo impactan en su salud mental. La muestra tomada para la investigación fue de 125 personas entre los 60 y 70 años de edad, de ambos sexos, con nivel educativo y religión indistintos. (*) 

Los resultados de la investigación están llenos de datos muy interesantes y conclusiones que rayan en lo asombroso. Por ejemplo, que una buena parte de los adultos mayores mexicanos que se dicen 'religiosos', dicha religiosidad no les ayuda mucho contra los sentimientos de soledad e incluso depresión; otra parte de ellos se mostró satisfecha con sus prácticas espirituales, mostrando una mejor salud mental y equilibrio emocional.

¿Dónde reside la diferencia?

Al leer con atención los resultados completos y sus conclusiones, me quedaron claras, entre otras, dos cosas: hay personas que ‘usan’ la religiosidad y otras que ‘viven’ su espiritualidad.

Usar la religiosidad, significa tener la religión simplemente como un refugio ante nuestros temores e inseguridades, pero sin ninguna convicción y compromiso con las normas éticas y morales que toda religión -seria- nos va a sugerir. Nos decimos religiosos, pero en realidad, nuestro comportamiento cotidiano, demuestra una profunda actitud materialista, egoísta e incluso, irrespetuosa ante las realidades y situaciones que exigen nuestra atención y participación directas, así como nuestra comprensión y solidaridad concretas.

Vivir la espiritualidad, significa que nuestros comportamientos cotidianos, son guiados  y expresan un compromiso claro, concreto y estable con la ética y la moral que la religión que hemos elegido nos sugiere e, incluso, exige. Me parece que aquí reside la gran diferencia.

En conclusión, para enfrentar exitosamente los grandes desafíos y retos que trae consigo la vida cotidiana -para ser mejores personas- no te será suficiente usar la religiosidad como un refugio.

Es necesario descubrir la verdadera espiritualidad como una práctica cotidiana que nace de tu interior, guiada y comprometida con principios éticos y morales que sostienen y alimentan tus convicciones más profundas y te llevan a la acción concreta, eligiendo siempre el mejor de los comportamientos, tanto para ti, como para todas las personas que caminan contigo a lo largo de la vida.

Quedo pendiente a cometarios y orientaciones en [email protected] Antonio Alonzo Ruiz, especialista en psicoestimulación y psicoterapia.

Consulta privada: Centro Crehas Mérida 999 340 2321; CEMI, Las Américas 688 2660. www.crehas.org.

(*) Comentarios basados en la investigación realizada por Armando Rivera-Ledesma y María Montero y López-Lena; docentes de la UVM y la UNAM, respectivamente.

Lo más leído

skeleton





skeleton