'Hanton' el niño fantasma que quiso ser yucateco (III parte)

¿Puede una mentira convencer a un alma en pena a dejar este mundo? Al parecer sí, como lo comprobó la familia de Marito.

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A veces basta un <i>pequeño empujón</i> para que un alma en pena se anime a pasar al otro mundo. (Agencias)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- Esta es la tercera parte del relato de un niño fantasma de ascendencia inglesa, que fue traído a Mérida por Marito, quien lo hizo su amigo “imaginario”. En la primera parte contamos cómo afectó el espectro a Marito, en la segunda, los cambios que tuvo el niño y qe espantaron a sus maestros de la escuela al enterarse de la existencia de Hanton, como se llamaba el pequeño fantasma que vivió en el siglo XVIII en un castillo de la ciudad de Liverpool, donde murió ahorcado.

La desesperación de unos padres por alejar al ente de su hijo los hizo recurrir al investigador Jorge Moreno, quien tuvo una ocurrencia muy sui generis para regresarlo al otro mundo. He aquí la conclusión de esta macabra historia.

Tras aceptar hacerme cargo de la investigación, procedí a documentar todos los testimonios que me dieron el papá de Marito y su esposa. Lo primero que hice fue hablar con tres de los maestros que fueron testigos del insólito relato en inglés de Marito y su extraño comportamiento.

Don Mario me dio una carta en donde autorizaba que me dieran la información que fuera necesaria sobre su hijo, pues de otra forma hubiera sido muy difícil que me dijeran algo.

También hablé con la maestra Fanny, quien me contó sobre la triste muerte de su hermanito y sobre lo que sintió cuando el niño de seis años de edad le recordó esa tragedia. 

Quince días después pude conocer a Marito, quien a primera vista me pareció un niño normal como cualquier otro. Sus papás no le informaron el motivo de mi visita, por el contrario, a su mamá se le ocurrió presentarme como un tío lejano, para que de esa forma pudiera ganarme más rápido su confianza. 

Cómo se conocieron

En el transcurso de un mes (lo visitaba una o dos veces a la semana) me contó que conoció a Hanton en un castillo que visitó con sus padres en Liverpool en las vacaciones pasadas y que él fue quien empezó a seguirlo. 

"¿Sentiste miedo?", le pregunté a Marito.

"No, Hanton es el que tenía miedo, y me preguntó que si me podía acompañar a mi casa porque se sentía muy solo y le dije que sí".

Es evidente que muchas veces la inocencia de un niño le permite tomar acciones diferentes a la de los adultos. Marito me contó que desde ese momento ya no se le despegó. 

Según le contó Hanton, vivió en 1795 en ese castillo del puerto de Liverpool, era hijo de una ama de llaves y murió trágicamente ahorcado a los seis años de edad cuando jugaba con otros amiguitos. 
Pensó que se podía colgar del cuello, en el tronco de un árbol, sin que le pasara nada y comprobó lo contrario.

En busca de su madre

Le pregunté por qué lo había acompañado y qué era lo que deseaba, y con mucha naturalidad Marito dijo que Hanton estaba muy sólo y triste en su castillo y que quería estar con su mamá (aparentemente no conoció a su padre).

Agregó que a él lo habían enterrado muy lejos de ella y la continuaba buscando.

Según entendí, Hanton no conocía el tiempo y el espacio, pues le hablaba a Marito como si hubiera muerto ayer en Inglaterra, sin darse cuenta que habían pasado más de 200 años y estaba en Norteamérica. 

¿Mentira piadosa?

Como a todas luces resultaría muy costoso y difícil investigar dónde habían enterrado a su mamá; recordé algunos casos más o menos parecidos que había leído, consulté algunos libros y se me ocurrió decirle una mentira piadosa a Hanton a través de Marito.

Le mandé de recado de que me había contactado con su mamá y que ésta le había mandado a decir que ella estaba muy bien y que por ahora no podían estar juntos, que primero Hanton tenía que descansar en paz para posteriormente reunirse ambos.

¿Puede un espíritu saber cuándo un humano con el que se contacta miente?

Técnicamente Marito no le estaba mintiendo, pues él ignoraba mis intenciones. Pero si Hanton no percibía tiempo y espacio, ¿podría percibir una mentira? Decidí hacer la prueba… 

Casi una semana después, Marito me dijo que Hanton estaba feliz porque su mamá lo había encontrado y se había reunido con él. Se había despedido de Marito diciéndole que algún día regresaría para que siguieran jugando y contarle historias. ¿Ocurrió esto en verdad? 

¿Acaso Hanton nos siguió la corriente y nos lanzó otra mentira? Quizás eso nunca lo sabremos. Lo que sí sé, es que a partir de ese entonces Marito ya no volvió a hablar con su amiguito imaginario, sus papás dejaron de tener miedo, y yo me gané a un sobrinito, pues hasta ahora, con 15 años de edad cumplidos, aún me dice tío. 

Si ustedes suponen que filmé al “fantasma de Hanton", que grabé su voz o que le tomé una fotografía, no fue así. 

Desgraciadamente no siempre se puede obtener evidencia de este tipo y no sería ético inventarla, como suelen hacer muchos supuestos investigadores para dar más sensacionalismo a sus casos. 

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