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La tarde del viernes recién pasado, al finalizar la jornada de trabajo con el registro fotográfico de las exploraciones del Palacio del Gobernador de Uxmal y haber subido y bajado cincuenta veces una escalera para lograr las mejores tomas de la exploración, la hora de la comida era el momento esperado con más gusto. Este espacio de descanso se hizo mejor con la presencia de Carlos Sosa acompañado de dos damas michoacanas: Lucero García, secretaria de Turismo de Michoacán, y Juana Bravo.

Nos comentan que Juana Bravo es una mujer nativa, sencilla, con un gran conocimiento culinario y mientras disfrutábamos un rico frijol con puerco, con la receta uxmaleña, agua de chaya con un toque de sábila y pimitos de pu’yul con chaya, platicamos también de comida con esta experta que logra su sazón culinario con la receta tradicional y un puñado de ese amor que le sale del corazón para completar ese toque de sabor maravilloso que le da a su comida.

Para completar el sabor del frijol con puerco, Juana le añade a su plato una cucharada de chile habanero ku’t, y alguien le advierte que ese fruto es muy picoso, pero, como toda experta, responde que el chile da mejor sabor a la comida, y dice: “La comida sin picante es como un beso sin bigote”. Con el sudor perlándole el rostro y moqueando alegremente, Juana disfrutó nuestro platillo yucateco que le supo delicioso.

Los saberes de nuestra cultura mesoamericana incluyen un conocimiento profundo de la naturaleza, de las plantas comestibles que nos pueden dar el alimento necesario, pero tenemos que usar ese sentido nato que tenemos los que hemos crecido en el campo.

Me impresionó el hecho de que Juana no entendía por qué la gente se muere de hambre, esto no cabe en el pensamiento de las mujeres de campo. Narra que a ella nunca le faltó comida, ya que siempre utilizó el buen sentido y el conocimiento de las plantas para criar a sus hermanos y comer ella misma.

El viernes fue un día muy especial porque compartí la mesa con una persona de gran conocimiento y saberes ancestrales y con una maravillosa mano para la cocina que heredó de su abuela. Esto le ha permitido tener un rico menú, en el que destacan las quesadillas de queso fresco, gorditas de frijol, salsas a base de una variedad de chiles para acompañar las corundas de cinco y siete picos, y una variedad de dulces para complementar la comida tradicional michoacana.

Juana Bravo debe ser un ejemplo de inspiración para muchas mujeres yucatecas nativas que ojalá compartan nuestra riqueza culinaria.

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