Con 200 pesos le puso salsa a la vida

Desde los 14 años comenzó a laborar en diferentes oficios y decidió explotar su aptitud para transformar ingredientes en creaciones gastronómicas.

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“Lavalle” es una empresa de salsas, micheladas y marinados desde hace dos y medio años. (Milenio Novedades)
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Milenio Novedades
MÉRIDA, Yucatán.- “Mientras en México la gente sea productiva el país puede ser mejor”, expresa José Alberto Flores Lavalle, joven de 23 años de edad, propietario de una empresa de salsas, micheladas y marinados desde hace dos y medio años, quien considera que el factor juventud ha significado un beneficio y obstáculo a superar en el desarrollo de sus proyectos. 

Su propuesta Grupo Lavalle opera con miras a la expansión tanto en su oferta como en su distribución, y considera que su mayor motivación para crecer son su esposa Samantha Hernández Pacheco y su hija Sophie Samantha Flores Hernández.

Cuenta con el aval de un estudio de la Facultad de Química de la Universidad Autónoma de Yucatán, que demuestra que los ingredientes son 100 por ciento naturales y no hacen daño al cuerpo. De manera paralela, Alberto dirige una empresa de servicios de banquetes y en 2011 fue socio de un negocio de alimentos en Guadalajara, Jalisco. 

¿Cómo descubriste tu aptitud empresarial?

Vengo de una familia trabajadora, siempre me educaron así y me decían: es mejor ganar 100 pesos y que tú seas el padrón, a ganar 100 para otro, con esa idea muy fijada en mi mente; siempre busqué maneras de trabajar y obtener un beneficio.

Desde los 14 años ya preparaba comida bajo encargo, porque cocino desde los 10 años, desde entonces empecé a experimentar los ingredientes. A los 15 años mi mamá abrió una cocina económica y yo era su ayudante, mi giro siempre han sido los alimentos.

A los 17 años entré al ramo de banquetes, comencé a animar y organizar fiestas y a los 19 un cliente que le gustaron mis salsas me preguntó: no has considerado hacer un negocio con tus creaciones y pensé, “estaría bien, no pierdo nada”, así inicié. 

¿Qué momento determinó la vocación de tu negocio?

A los 20 años cree mi famosa salsa de los cinco chiles, fue la que hizo posible que la empresa creciera; tiene un procedimiento especial único y de ahí comencé con otras propuestas, ahora tenemos nueve productos, estamos por lanzar cuatro más y una edición especial para Navidad.

Esta inquietud de crecer y transformar desde niño, siempre procesar los ingredientes, experimentar, nunca estancarme, el límite uno se lo pone y siempre imaginaba cómo podía cambiar un platillo, hacer mezcla de ingredientes, de todo. 

¿En ese proceso, qué lugar ocupó la formación académica?

Lamentablemente, no tuve oportunidad de ir a la universidad, desde los 16 años me independicé de mi familia y todos mis gastos los he solventado solo, sin embargo ahora que la empresa se está consolidando y creciendo, estoy en el proceso de entrar a estudiar Ingeniería Industrial o Licenciatura en Administración de Empresas, estoy valorando cuál, porque ambas tienen que ver con mi trabajo. Tuve una temporada que estudié aviación, pero no pude continuar.

Al desarrollarte de manera prácticamente autodidacta en el mundo empresarial ¿Cómo te has conducido para dar los pasos correctos?

En este camino, en el que el negocio no lo desarrollé con algún programa emprendedor, crédito o incubadora, he conocido gente valiosa, con experiencia que me han asesorado y aconsejado y uno de ellos me sugirió apoyarme de la Facultad de Química de la Uady (Universidad Autónoma de Yucatán). 

¿Cómo fue tu experiencia en Guadalajara?

Fue difícil, pero aprendí mucho, me fui por una beca que me dieron para estudiar aviación, viajé con mi boleto de avión y 200 pesos en mi cartera, de inmediato con un compañero empecé a trabajar y pronto pude asociarme para trabajar juntos un puesto de comida en la central de abastos.

Allí revaloré el trabajo porque estaba involucrado en todos los procesos, desde seleccionar la materia prima, cargarla y cocinarla. Nos iba muy bien, pero mi socio, quien era dueño del local, decidió venderlo, dejé el proyecto y decidí volver a Mérida, aquí retomé el negocio de las salsas, pero ahora con más conocimientos.

Durante estos años de trabajo como emprendedor, ¿de qué manera ha influido la juventud?

Ha sido difícil, porque mucha gente me ve muy joven y eso en la mente de mucha gente es sinónimo de poca seriedad, pero yo lo contrarresto con trabajo, trabajo de calidad y creer en lo que hago.

¿Cuáles crees que son las mayores lecciones que has aprendido hasta ahora?

Que hay que saber elegir a los inversionistas que le van a apostar a tu negocio y al equipo de trabajo, es importante no rodearse de gente que te contamine con su negatividad, con su falta de visión, hay que pensar en grande.

¿Qué consejos compartirías con aquellos jóvenes que como tú desean emprender su negocio, a pesar de no contar con el aval de una escuela o incubadora?

No se conformen, no se rindan, asesórense de la gente que sabe, la que tiene experiencia, sean derechos, desarrollen su negocio con apego a la ley, registrándose en Hacienda y todo lo necesario para estar en regla.

También que cuiden su proyecto porque no falta quien quiera copiar su propuesta y hacerla propia, me ha pasado. Les ofrezco además mi ayuda, con toda confianza si tienen un negocio que quieran iniciar y mi experiencia les sirve con gusto los asesoro. Además, nuestra empresa está en planes de expansión y tenemos las puertas abiertas a jóvenes del ramo de producción y mercadotecnia.

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