La bruja de Yucatán que derrotó al 'mismísimo demonio'

La poderosa hechicera llevó sus capacidades al máximo, logrando encerrar al maligno en un pozo de la zona de Maxcanú.

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Capilla del cerro de las tres cruces. Afirman que en ese sitio han visto el alma en pena de la bruja Monia. (Jorge Moreno/SIPSE)
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Jorge Moreno/SIPSE
MÉRIDA, Yuc.- En marzo pasado, en esta sección de “Municipio Enigmático” hablamos de Maxcanú, pero debido a que son tantas las leyendas y casos paranormales que ocurren en esa villa, tocamos el tema de “la bruja Monia”, uno de los casos reales que más terror ha dado a quienes han escuchado hablar de ella.

Fue hace nueve años, aproximadamente, cuando escuché por primera vez la historia de la hechicera Monia, quien era nativa de Maxcanú, y famosa porque era la única bruja que había derrotado al mismísimo maligno o demonio.

Era muy astuta y poderosa, respetada por toda la comunidad de la región y referente para todos los hechiceros del Camino Real, e incluso, de lugares alejados como Loltún, Akil, Chetumal, etc.

La leyenda cuenta que esta bruja era muy ambiciosa, pero sus anhelos no tenían nada qué ver con lo material, es decir, no deseaba hacerse rica, tener tierras, servidumbre o el amor de determinada persona, ella iba más allá.

Lo que ella buscaba era tener el poder suficiente para derrotar a cualquier otro hechicero, incluso, al mismísimo Kakas bal y al demonio.

Por esta razón algunos brujos preferían ya no frecuentarla, pues temían que ella, al retar al maligno, el poderoso ser se molestara hasta con ellos y se vengara, ya que, por muy poderoso que fuera un brujo, con el maligno no se juega y se le respeta, pues de él viene la esencia del poder con el que fueron dotados.

Peligrosas ambiciones

Muy pronto Monia logró convertirse en la mejor hechicera de toda la región y su siguiente meta fue ser la “reina del infierno”; para ello dejó de hacer trabajos de hechicería a los pobladores que acudían a pedirle ayuda; prefirió internarse en el monte y vivir aislada en una casita de paja, seis kilómetros monte adentro, siempre en Maxcanú, para fraguar un plan que pondría a funcionar lo más pronto posible.

En uno de sus múltiples trabajos, Monia invocó al demonio y le pidió que la ayudara a eliminar a un enemigo de un 'cliente'.

El maligno le dijo que llevara a la víctima a un pozo cercano y él mismo entraría con él para darle un gran susto antes de morir.

Cuando llegó al pozo, el demonio tomó forma de un huaychivo, lo empujó y se metió con él; pero con lo que no contaba era que de inmediato Monia arrojó al pozo unos brebajes poderosos que retardaban por varias horas la conversión del demonio, lo que lo debilitó. De inmediato la hechicera cerró el pozo con una tapa de piedra que tenía labrado un signo 'ashti', que quedó al interior, el cual debilitaba aún más al maligno cuando se acercaba a la tapa para tratar de huir.

El debilitado demonio hizo todo lo posible para tratar de salir del pozo, pero no contaba con que su frustada víctima también trataba de salir y se colgaba de los pies del diablo cada vez que intentaba escalar las paredes.

Monia realizó un par de embrujos y conjuros más con el fin de asegurarse de que el demonio no pudiera salir de ese pozo. Estaba contenta, había derrotado al maligno, o al menos había ganado una batalla…

Casa embrujada

Dicen que la casa abandonada de la difunta hechicera Monia, ubicada seis kilómetros monte adentro, es la más embrujada de todas y que ahí se reúnen los espíritus de las hechiceras de la sierra baja de Yucatán y Campeche.

En el año 2006 obtuve un dato concreto por parte de unos cazadores de la zona, ellos me decían que en una de las veredas de los montes de Maxcanú estaba un camino semicerrado que llevaba justo a la casa de Monia, quien, al parecer, había muerto en otra población y su casa se había quedado tal y como la dejó al salir…

Pedí referencias exactas con el objetivo de ir a ese sitio y entrar a la casa de Monia, pero curiosamente ninguno de los cazadores aceptó acompañarme, ni con una paga de por medio, aseguraban que el lugar aún estaba embrujado y nadie se atrevía a acercarse porque pensaban que el espíritu de Monia buscaba un cuerpo para revivir, y que el maligno, quizá, aún trataba de salir del pozo y tomar venganza con la primera persona que viera.

Por otra parte, la noche del pasado martes 13 y la madrugada del miércoles 14, estuve en el panteón de Tixkokob, tal y como había anticipado en esta sección. El próximo domingo, en “Cementerios de Terror” presentaré todos los detalles. De antemano agradezco a las más de 150 personas que me acompañaron.

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