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Ya se ha dicho bastante sobre la felicidad que, según el presidente, invade al pueblo: “Se dan estos casos (las manifestaciones recientes), pero en general, lo voy a decir, hasta se los adelanto, en mi informe. El pueblo está feliz, feliz, feliz, hay un ambiente de felicidad, el pueblo está muy contento, mucho muy contento, alegre. Entonces, no hay mal humor social”, así lo dijo el pasado lunes en una más de sus desafortunadas declaraciones mañaneras, por lo cual las redes sociales le acribillaron una vez más, y ya le solicitaron presentar pruebas de la supuesta satisfacción o felicidad del pueblo con sus decisiones.

Y es que hablar de un síntoma nacional basado en un concepto difuso y cuyo significado varía para distintas personas y culturas es inaceptable, incluso como sinécdoque –figura literaria que alude al todo por una parte–, porque hoy el pueblo mexicano feliz debe ser mínimo; mientras que los infelices y malhumorados sociales abundan.

Tampoco es nuevo que los gobiernos nos quieran vender la parte buena o menos mala de su administración, que se opaca con los pendientes realmente importantes para las mayorías, para ese pueblo de a pie al que siempre aluden cuando se trata de ganar elecciones, impulsar campañas o cosechar prebendas. Otros presidentes quizás no lo dijeran como AMLO, pero sí nos vendían ese concepto de felicidad como parte de sus logros, precisamente en sus informes de gobierno, ese documento que debe referirse al “estado general que guarda la administración pública del país” y que este año estará plagado de esas buenas decisiones y obras del gobierno en turno, argumentos con los que nos convencerá de que nos invade la felicidad, que pocos vemos.

Es cierto que un gobernante no puede alcanzar todas las metas que se propone (por muy diversas causas), pero tienen el atrevimiento de intentar cambiar nuestra perspectiva –como la del vaso medio lleno o medio vacío–, por ejemplo: si la meta de crecimiento fue de 4% y solo se alcanzó 1%, argumenta que de todos modos hubo crecimiento, o contextualizar con gobiernos anteriores para comparar cifras. Un sofisma recurrente es el empleo: todos afirman que ha crecido, lo mismo que las inversiones, pero esto se da en función del crecimiento poblacional, que requiere servicios y fuentes de empleo.

De nuestro patio, ahora hay novedades: el alcalde de Mérida, Renán Barrera, inauguró, en San José Tecoh, presentaciones previas (“cortes” les llama) a su primer informe que rendirá el próximo lunes 26, y también aludió al “trabajo constante, comprometido, y de la mano de los ciudadanos” y citó “avances en todos los ámbitos, sentando las bases para un mejor futuro para todos los habitantes del municipio” al referirse a seguridad, empleo, educación, salud, vivienda, sustentabilidad, mujer, deportes, cultura y participación ciudadana. Totalmente previsibles.

Quizás los meridanos formemos parte de ese grupo pequeño de mexicanos felices, pero, como no hay felicidad completa, yo quiero insistir en un tema primordial: nos falta un mejor servicio de transporte urbano, y en este tema alcalde y gobernador tienen la palabra.

Anexo “1” 

Militares y policías ¿felices?

Si la felicidad alude a términos relacionados con bienestar, calidad de vida, satisfacción y plenitud, es un hecho entonces que los primeros integrantes de la Guardia Nacional (soldados, marinos y policías federales) no alcanzan este rango o, dicho de otra manera, son infelices. Porque ninguno de los integrantes de las tres corporaciones (o pocos, para ser menos exagerado) quiso sumarse voluntariamente a la GN que, por cierto, no acabamos de entender la prisa por su conformación, además de la polémica que causó.

Porque si ahora el gobierno dialoga con grupos armados para pacificar ciertas regiones, evita el uso de la fuerza con delincuentes y permite agresiones a las fuerzas armadas, utiliza a la milicia para muchas y diferentes tareas que no son su principal función, y además coloca a militares al mando de la seguridad pública en varios estados, ¿no hubiera sido mejor mantener la seguridad como estaba anteriormente y darle mayor capacidad al Ejército y la Armada? La violencia y los delitos se han disparado y esto no es un signo de felicidad.

Tampoco están felices los militares en situación de retiro que siguen recibiendo una Previsión Social Múltiple “congelada” desde hace varios años, y ni El Ejecutivo, ni la Secretaría de Hacienda, y menos los titulares de Sedena y Semar, apoyan sus peticiones.

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