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Han pasado tres años desde que concebí la idea de escribir acerca de Ricardo López Méndez, mi tío abuelo, de novelar la vida y la obra de uno de los portentosos poetas yucatecos del siglo XX.

Consideré importante que las nuevas generaciones conocieran, a través de la literatura, al personaje izamaleño orgullo de Yucatán, quien se destacó no sólo en las letras, sino como pensador. Siempre me he preguntado qué hubiera sido de la vida de López Méndez si no hubieran fusilado a Felipe Carrillo Puerto y este hecho lo obligara a alejarse de Mérida al ser del círculo cercano del Gobernador, quien unos meses antes lo había nombrado como director de la primera biblioteca socialista inaugurada en La Casa del Pueblo, el primero de mayo de 1923.

Nunca he dudado que su resiliencia y la capacidad de reinventarse lo llevó a vivir muchos años, pues a pesar de los sinsabores, nunca se debilitó, nunca dejó de crear ni de creer en su país. Fue por su carácter recio y templado que sorteó las penas y dificultades que le había deparado el destino.

Más allá de su obra, la vida de Ricardo es ejemplo de fortaleza, es por ello que me aventuré a viajar en el tiempo un siglo atrás y escribir Púrpura encendida (Lectorum/Sedeculta, 2024), rescatando pasajes que guardo en la memoria de cuando llegaba a la casa para convivir con la familia, los cuales fui tejiendo con la política convulsa de Yucatán durante el primer cuarto del siglo XX y la incipiente vida cultural en la capital posterior a la Revolución Mexicana, etapa que le tocó conformar y transitar, volviéndose una figura presente y permanente en la música, la literatura, la locución, la prensa, la televisión; asimismo en el nacimiento de instituciones y organizaciones como la Lotería Nacional y la Sociedad de Autores y Compositores.

La novela, dividida en tres partes, intenta recrear los períodos álgidos personales y sociales que forjaron al personaje. Su llegada a la capital a corta edad lo puso de cara a retos donde las pérdidas de seres entrañables sefueron sucediendo dejando vacíos con los que aprendió a vivir.

Volvió una y otra vez a su ciudad que lo inspiró para dedicarle “Voz en la piedra” en su cumpleaños cuatrocientos. Poetizó el amor y el desamor. Retrató el romanticismo en sus poemas musicalizados que continúan enamorando.

Cómo entender el presente sin rastrear las motivaciones de personajes como López Méndez, que le dieron una identidad al país a través de su arte. Hoy leemos o declamamos “Credo” con el orgullo de ser mexicanos y le damos la razón cuando la realidad nos rebasa pues México “…escribes tu nombre con la equis, que algo tiene de cruz y de calvario…”.

Púrpura encendida, verso de su poema “Nunca”, es un acercamiento íntimo a los puntos de quiebre del poeta, a los anticlímax de su vida, a las malas pasadas, a los reveces que le dieron oportunidad de dejar huella en la Historia de México.

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