Vivir en la luna
Columna de Aída López: Vivir en la luna
El hombre está llegando a la luna, pero hace más de veinte siglos que un poeta supo de los ensalmos capaces de hacer bajar la luna hasta la tierra. ¿Cuál es en el fondo la diferencia?
Julio Cortázar
A menudo cuando estamos distraídos o algo se nos olvida, no falta quien nos repita “vives en la luna”. Cuando nos sentimos enamorados qué más quisiéramos que vivir literalmente entre esa bruma plateada que se nos antoja vaporosa.
Pero mucho antes de que el hombre pisara por primera vez la superficie lunar, en el siglo XVII el escritor francés Cyrano de Bergerac escribió la que podría considerarse la primera novela de ciencia ficción: Viaje a la luna (1657), donde el protagonista después de varios inventos para trasladarse logra construir una nave con un imán para llegar finalmente y descubrir los enigmas del satélite.
Entre las curiosidades narrativas está que ahí se paga con versos escritos en hojas, porque los poetas son valorados. Es probable que, en aquellos tiempos, el viaje a la luna contado por Bergerac se haya considerado una distopía, sin embargo, inmersos en el siglo XXI es tan real la posibilidad que robots mineros ya están explorando la superficie lunar con miras de los expertos a convertirlo en el octavo continente.
No descartan que el regolito – polvo lunar compuesto de oro, titanio y cristales- dotado de carga electrostática, con el auxilio del viento solar pueda convertirse en energía para abastecer la tierra por diez mil años y con esto mitigar el calentamiento global.
La NASA trabaja en la construcción de un cohete más grande que los existentes para carga pesada donde se puedan transportar los hábitats confeccionados con telas especiales, inflables como colchones, que puedan soportar el polvo lunar agresivo para los materiales y para el sistema respiratorio humano, además de la cantidad de meteoritos que constantemente se impactan ocasionando los sismos lunares que llegan a registrar hasta 5.5 en la escala de Richter.
Una de las soluciones contempladas es que, antes de construir las viviendas con material del lugar, los primeros humanos vivan dentro de los tubos de lava de los volcanes lunares, en un bunker con pantallas como ventanas que simularan paisajes terrestres.
La idea parece sacada de la mente de un genio loco, pero en 2028 se calcula que ya estén habitando la luna los primeros humanos y para 2040 ya estén instaladas colonias de familias que deseen abandonar la cada vez más inhóspita tierra.
Para ese entonces, ya se contarán con cohetes que, como los aviones, puedan realizar viajes de ida y vuelta con costos accesibles y tiempos reducidos de traslado. Con suerte, muchos de los que estamos ahora asombrados y hasta incrédulos, en unos años seamos los octavos pasajeros viajando al octavo continente.
Cuando los actuales vuelos internacionales sean los domésticos y el viaje a la luna se anuncie como el intercontinental. En una de esas quizá hasta nos cambiemos de domicilio y al fin nos decidamos vivir en la luna.