Mérida se transforma a pasos agigantados

Se incrementa de forma considerable el número de plazas comerciales y se extiende el sector inmobiliario, dos grandes conductores de la urbanización

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Advierten probable baja en la calidad de vida “al ocuparse mucha tierra y poner poca gente”. (Novedades Yucatán)
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Patricia Ítza/Mérida
Desde hace 20 años, Mérida se transforma a pasos agigantados, al incrementar de forma considerable el número de plazas comerciales y extenderse el sector inmobiliario, dos grandes conductores de la urbanización.

“Los elementos que aglutinan o concentran las actividades de la población ahora son de carácter privado, antes eran públicos, es decir, en las colonias, los parques y los mercados se concentraba la población; actualmente, los elementos que atraen son las plazas comerciales”, explicó el director del Instituto Municipal de Planeación de Mérida, Edgardo Bolio Arceo, quien detalló que los sitios públicos no se han dejado de visitar, pero se acude en menor medida.

Señaló que uno de los elementos que se considera valioso para el desarrollo de la ciudad es que “el espacio público hace ciudadanía”, por lo que se necesita fortalecer esos lugares como elementos que articulan y organizan la ciudad.

Este cambio no solo ocurre en la ciudad, también a nivel nacional, ya que conjuntos comerciales, como oficinas y plazas comerciales, pero de carácter privado, se convierten en subcentros o núcleos importantes de la urbe, debido a que alrededor de ellos se establecen también servicios públicos, “pero el elemento que atrae es lo privado”.

Otro de los cambios más notorio es la modificación del esquema de vivienda, ya que ahora se observan conjuntos habitacionales cerrados, conocidas como privadas; “ahora colocan un muro para dividir todas las hectáreas que conforman esa zona, lo que da como resultado el fragmento de la ciudad”.

“Esto genera núcleos aislados dentro del tejido social, lo que podría provocar inseguridad, debido a que no existe la interacción entre las personas con la calle, al estar encerrados en sus propios complejos habitacionales”, advirtió.

Consideró que se afecta la convivencia, la cohesión social y la identidad de grupos, debido a que las personas no se conocen entre sí, por la forma en que se vive, y por el factor tiempo, pues al no tener centros de trabajo cerca de las zonas urbanas, pierden más horas en sus traslados.

Retos para la ciudad

La ciudad siempre ha cambiado, pero ahora a una velocidad vertiginosa de crecimiento; en esta etapa de expansión, el reto al que se enfrentan las autoridades es el cubrir las necesidades de la población, como infraestructura y servicios.

“El crecimiento de la urbe no va a la misma velocidad con la cobertura que se le puede dar en servicios básicos, por lo que se puede observar que en algunas zonas nuevas no cuentan con suficiente equipamiento, como parques, escuelas y alumbrado público, entre otros, por lo que el reto es brindar mejor cobertura”, precisó Bolio Arceo.

Comentó que no se trata solo de que un complejo habitacional tenga luz o agua, ya que el problema es cómo se conecta todo eso con lo demás, y esas conexiones no se realizan a la misma velocidad.

Uno de los temas difíciles que tienen que ver con la planeación, explicó, corresponde a las decisiones que tienen que ver con plusvalía y negocios en los sectores de desarrollos empresariales, de construcción y vivienda; pero muchas veces no necesariamente son esas las necesidades que debe tener la ciudad para crecer de manera ordenada.

“No está mal crecer, lo que necesitamos reducir es la distancia entre los criterios y necesidades de la población. Una ciudad deja de ser funcional cuando las diferencias son más grandes”, apuntó.

Subrayó que Mérida debe tener conciencia de que si mantiene los puntos anárquicos no habrá la posibilidad inmediata de dar infraestructura, equipamiento y mantener la seguridad; en resumen, puede bajar la calidad de vida.

“La tendencia de urbanización es que estamos creciendo en baja densidad, es decir, que se ocupa mucha tierra y ponemos poca gente. Entonces, si tenemos mucha tierra y ocupamos poca gente es más caro llevar los servicios y la ciudad deja de ser eficiente, por lo que otro de los retos es cómo utilizar mejor las zonas urbanas”, subrayó.

Mencionó que se requiere estar conscientes de que es necesaria una política de mejor uso del territorio, pues solo antes del Periférico existen más de mil 200 hectáreas sin usar, por lo que se debe apostar para crecer dentro del área perimetral y no afuera, como ocurre.

Reconoció que el componente económico es de los factores que orilla a buscar tierra barata, la cual se consigue lejos de la ciudad, “pero a la larga, esa estrategia sale cara”, debido a que se tendrá que invertir más en transporte para trasladarse a escuelas, trabajo y espacios recreativos.

“La mejor opción no es no necesariamente el hecho de tener tierra barata. Si queremos seguir con ese modelo se tendrían que reforzar los servicios que se puede ofrecer a la población; necesitamos entender que hay que buscar un acuerdo que permita crecer con orden”.

Lo ideal, dijo, es buscar y crear tendencias, así como mecanismos, para que la gente utilice la ciudad y le sea atractivo el centro de Mérida.

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