Mitra, el toro y las cuevas

A Mitra se le consideraba protector de sus seguidores después de la muerte porque evitaba que sus almas perecieran ante las fuerzas de la oscuridad.

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Mitra fue un dios solar de la antigua Persia, hoy Irán; nació en una cueva y su origen se estima en el siglo II antes de nuestra era. Fue concebido como un dios muy benévolo; quizá por esto, su adoración se difundió ampliamente en la India y también se le veneraba en Roma, en pleno auge imperial. De hecho compitió con el incipiente cristianismo hasta el siglo IV. Brenda Rosen dice que Mitra luchaba en contra de los dioses del mal y, por tanto, mantenía el orden en el Cosmos.

Primero fue reverenciado en cultos secretos en los que solo podían participar los hombres, pues ellos conformaban una especie de hermandades muy jerarquizadas y para ser parte de estas comunidades tenían que superar unas pruebas iniciáticas muy dificultosas, en las que quedaban excluidas las mujeres.

Todas las primaveras, según el mito, Mitra mataba a un toro sagrado para que su sangre pudiera fertilizar los viñedos, su médula espinal propiciaba el crecimiento del trigo y su esperma favorecía la reproducción de los animales útiles a los hombres.

La creencia popular establecía que si la humanidad fuese amenazada por una falta grave de alimentos, Mitra regresaría de los cielos para matar a otro toro divino y con este acto se obtendría una cosecha abundante en los cultivos y se reproducirían los rebaños de animales.

A Mitra se le consideraba protector de sus seguidores después de la muerte porque evitaba que sus almas perecieran ante las fuerzas de la oscuridad. En la época romana, los prosélitos de esta deidad incluían a hombres de todos los estratos sociales, desde los esclavos hasta los emperadores.

Ángel María Garibay agrega que uno de los ritos principales realizados por los correligionarios de Mitra era la iniciación del nuevo creyente con sangre de toro aún caliente. En Persia, fue venerado tanto por los pastores como por la clase noble.

Era concebido como un dios intermediario entre los principios contrapuestos del bien y el mal. Los soldados y los comerciantes del Imperio Romano, impresionados por lo que veían en otras tierras, lo llevaron hasta las ciudades romanas y lo arraigaron en su patria. Fue entonces cuando las mujeres fueron incluidas y se convirtieron en grandes divulgadoras de este culto.

El mito dice que en tiempos primaverales, esta deidad iba en persecución de un toro, pero no se narra cómo lo capturaba y mataba. Sin embargo, estas acciones justifican que en sus rituales, según la iconografía, siempre están presentes el bovino y su sacrificio, pues ambos son los medios que proveen la abundancia. Garibay coincide con Rosen en que Mitra nació en una caverna y por esta razón sus ritos se realizaban en las grutas.

En aquellas ciudades del Imperio en donde no existían cuevas naturales, los seguidores del culto hicieron cavidades artificiales para el mismo fin.

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