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Actualmente vivimos a un ritmo frenético, donde todo son prisas y nuevas tecnologías, por ello a veces es necesario volver a nuestros orígenes y estar en contacto con la naturaleza. Hoy más que nunca y luego de un encierro no premeditado y abrupto, es necesario en la medida de lo posible reintegrarnos con nuestro entorno natural. Que vivamos en núcleos urbanos, que tengamos poco tiempo o que trabajemos mucho no son excusas válidas para renunciar a disfrutar cada día -sin excusas- de la naturaleza.

Tenemos que sacar el mayor partido al maravilloso regalo que la tierra nos da, incluso en días fríos, aunque nos confesemos personas “caseras” y pese a que podamos encontrar un gran placer en estar en casa. Disfrutar de la naturaleza el mayor tiempo que nos sea posible nos reporta beneficios a la salud y a nuestro estado de ánimo.

Hoy quiero proponerles un objetivo: disfrutar de la naturaleza entre 10 y 30 minutos diarios como mínimo. Diez minutos serán mejor que nada, pero lo ideal es poder sacar media hora para fundirte en entornos naturales y disfrutar de ellos a diario, todo lo que puedas. Convertirlo en un acto cotidiano te hará sentir mucho mejor y, por si aún no logro convencerte, te comparto siete poderosas razones por las que todos deberíamos marcarnos este objetivo sin pretextos.

1) Te sirve para liberar todo tu estrés, incluso los niños pueden correr y sentirse libres porque no hay paredes ni limitaciones para ellos. Los espacios son amplios y la sensación de libertad aumenta.

2) Te permite impulsar la creatividad e imaginación. Ante la inexistencia de juguetes o dispositivos móviles, los niños deben aprender a jugar haciendo uso de lo que les da la naturaleza. Si no quieren aburrirse, utilizar su imaginación les servirá para creer que son exploradores, con las hojas y la arena pueden crear casas imaginarias, hacer una serie de cosas como si fueran científicos.

3) Sirve para aprender. Todo lo que aprendemos vinculado a emociones se graba más fácilmente en nuestra memoria. Así que el hecho de jugar con la arena, dar de comer a los animales o recoger los frutos que nos da el terreno son experiencias que provocan emociones importantes para construir el conocimiento. Esta acción te permite pasar de un aprendizaje teórico a uno práctico, y ese conocimiento se enriquece.

4) Se mejora la conciencia ambiental, se aprende a cuidar de los demás seres vivos, tanto animales como plantas; en este entorno los niños viven una experiencia de libertad, pero también de responsabilidad y respeto con el medio natural que les rodea.

5) La naturaleza les alegra, les motiva, les hace estar más felices. Sienten que pueden ser ellos mismos.

6) Sirve para salir de la rutina, desconectar, cargarse de energías y vivir nuevas experiencias, donde todo se puede tocar, oler, ver, oír, probar, tus sentidos se activarán al máximo.

7) Este contacto con la naturaleza es ¡gratis!, y ese sentido de pertenencia sin costo te hace estar más relajado y además sentirte mejor en todos los aspectos.

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