|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Con un semáforo en color naranja y una aparente tregua del Covid-19, los yucatecos han recuperado en esta primera oleada un nivel mínimo de actividad en algunos ámbitos, pues la esperanza de la sociedad está puesta en mejores condiciones para la nueva normalidad. Así hemos visto a lo largo de esta semana mucha actividad en el transporte público, los grandes comercios, mercados a la espera de que regrese la confianza adoptando nuevos comportamientos de precaución en las interacciones sociales en tanto se normaliza paulatinamente la movilidad. Apenas estamos cerrando el actual ciclo escolar y ya los maestros, en este último consejo técnico, están manejando fechas probables para cuando las condiciones permitan abrir de nuevo los centros educativos.

La reapertura de las escuelas, después del obligado cierre por la jornada nacional de sana distancia, se considera con las prevenciones establecidas por la autoridad educativa en coordinación con la de salud, con distanciamiento social, medidas extremas de higiene y con una muy escasa presencia del alumnado durante el curso “remedial”. Hablar en estos momentos de la reapertura de colegios ha generado muchas dudas y controversias entre las plantillas de docentes y las familias, por un lógico miedo al contagio. Aunque para esta medida el gobierno federal otorgó confianza y autonomía organizativa a cada estado, gran parte de esta responsabilidad se ha descargado en los directivos de los centros escolares, sus plantillas docentes y los propios padres de familia, una responsabilidad de la que no todos estarán convencidos y en la que algunos sindicatos han pedido medidas especiales para proteger a los docentes que estuvieran en gran riesgo de morir, ya sea por edad avanzada o por padecimientos crónicos.

Es cierto que la recuperación de una cierta actividad académica es necesaria ante el fracaso del programa aprende en casa, pero esta reapertura de escuelas debe ser en condiciones de seguridad, al igual que la reactivación de actividades de ocio, deportivas o comerciales. En el modelo de organización del tiempo y de distribución de funciones entre familia y escuela, la enseñanza se sitúa como un pivote esencial, con una función social que no se puede dejar en suspenso durante meses, ni quedar limitada a la formación a través de la tecnología, y las redes sociales.

Tras esta reciente experiencia con clases virtuales y en confinamiento, todavía nos quedan dudas sobre el inicio del próximo curso, en el que se tendrán que poner sobre la mesa asuntos delicados como la igualdad de acceso en la enseñanza por medios digitales mientras dure la emergencia, la seguridad de alumnos y maestros y los espacios necesarios para hacer frente a unas condiciones de seguridad sanitaria exigentes y el papel de la escuela como recurso para atender las necesidades que se harán más apremiantes o surgirán en los tiempos impredecibles que nos esperan.

Lo más leído

skeleton





skeleton