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Hace unos días compartí un par de horas frente a la pantalla, así son las clases ahora en lo que transcurre la pandemia, fue una sesión que me dejó con calambres en las piernas, la espalda adolorida y el cuello tenso, pero con una sensación de satisfacción porque, aunque fue cansado, lo había disfrutado.

Justo de esto va cuando hablo de ajustar el proceso, no es nada cómodo. Vivimos en un mundo en donde el sistema no favorece a las mujeres, y si bien podríamos hablar de todas las características que tenemos en contra, en este artículo prefiero hablar de lo que sí está en nuestras manos, y lo que tenemos en las manos es nuestro propio proceso, al decir esto me refiero a saber reconocer dónde estamos paradas, cuál es nuestro contexto, de dónde venimos, qué queremos hacer de nuestras vidas y de los proyectos, hacer a un lado los deberías y las obligaciones para dedicar un tiempo a crear lo que como mujeres queremos en 5 ó 10 años y poder vivir una vida más alineada y con más sentido.

Vivir una vida con más dirección no se hace solo, requiere planeación y ejecución, y no va todo perfecto en la marcha, subimos tres escalones y bajamos cinco, o bajamos tres y subimos uno, así parece, pero todo eso forma parte de ajustar el proceso. Y para ello tenemos que estar despiertas y atentas para construir lo que de verdad anhelamos, así como mantenernos en el camino.

Maya Angelou decía: “También yo me presento como una, pero en realidad soy todas ellas”, y en realidad somos todas, las que han perdido la voz, las que aún no la han encontrado, las que han perdido la batalla, somos todas las que nos preceden, así como las que vienen.

Y si somos todas, seamos faro para aquellas mujeres que están en un contexto desfavorecido, seamos voz para comunicar lo que muchas mujeres guardan.

Al construir nuestro propio camino, construimos el de las demás, al tener compromiso con una misma lo tenemos con las demás, y al ajustar nuestros procesos, también impactamos a las demás.

Aunque la vida sea bastante difícil para nuestro género y tengamos que enfrentarnos a diario ante situaciones que como mujeres nos ponen en desventaja, no perdamos de vista nuestros sueños, porque ellos nos dan la libertad de ser, sentir y a la vez de construir un mundo mejor. Nuestros sueños nos dan la fuerza para insistir, para regresar al carril, aunque el mundo entero nos diga que no. Arraigarnos a ellos para abrir paso a los sueños de otras mujeres, que, como tú y yo, están en el camino por conseguirlos.

Encontrar lo que nos da sentido y nos llena de ímpetu e ilusión, elegir a las personas de quienes nos rodeamos, ser selectivas con la información que consumimos, priorizar nuestras acciones, conocernos, entendernos, experimentar, atreverse, equivocarse, seguir aprendiendo; eso es ajustar el proceso.

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