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Todos hablan del nuevo virus que ya afectó a la mayor parte del planeta: de los contagios, infectados, efectos secundarios y cuáles serán las implicaciones a corto, mediano y largo plazo. Cada quien, gracias a las redes sociales y los medios de comunicación, se ha convertido en “experto” de la noche a la mañana en el tema, domina las publicaciones que mira y escucha y defiende su teoría como si fuera verdad.

La única verdad que yo respaldo es la que veo y es el trabajo que bajo el manto del anonimato hacen doctoras, doctores, enfermeras, enfermeros, epidemiólogos, trabajadores y trabajadoras sociales, personal de intendencia de hospitales y demás miembros del sector salud, que de verdad se juegan la vida para proteger a perfectos desconocidos, en cuyo cuerpo pueden llevar una amenaza en contra de su vida, pero aun así los atienden como si fuera lo último que fueran a hacer, poniéndose en la mente como principal objetivo salvar la vida de quien está en la sala hospitalaria.

A últimas fechas, lejos de reconocer su gran labor, indispensable para la sociedad en los días que estamos viviendo, irresponsables se han dedicado a través de las redes sociales o en persona a ofenderlos y en algunos casos, más lamentable, agredirlos verbal y físicamente, no obstante el hecho de cumplir con su trabajo de la mejor forma posible, arriesgando la vida, lo cual considero que no debería ser así, ya que todos en algún momento vamos a llegar a uno de esos hospitales, por alguna u otra situación, y les vamos a ver las caras. Y es que de alguna forma todos tenemos algún familiar, amigo o conocido en el sector salud y que con el coronavirus ha cambiado completamente su ritmo de vida, en algunos casos alejándose de su familia para protegerla; han invertido de su bolsillo para adquirir insumos y cuidar su salud mientras atienden a los pacientes; en pocas palabras, estos días se han convertido en la prueba de sus vidas, pero aun así están al pie del cañón, a disposición de lo que se requiera.

Creo que es necesario que la sociedad entienda de una vez por todas que esos guerreros de bata blanca son iguales que nosotros, personas que quieren el bienestar de los demás, que quieren que todo este problema que Yucatán, México y el mundo enfrentan termine lo más pronto posible, porque cada día que pasa desgasta un poco más su energía, ya que por la naturaleza del virus requiere que los trabajadores de la salud incrementen el tiempo que le imprimen a sus labores.

Creo que esto nos deja una cruda lección: que aún hace falta mucha madurez en la sociedad para afrontar situaciones como la que estamos viviendo; que debemos unirnos para avanzar juntos y así lleguemos más rápido al objetivo. Creo que esto que vemos todos los días deja en evidencia muchas áreas de oportunidad en las cuales debemos trabajar intensamente para ser la mejor versión de México.

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