Nuestras niñas
El poder de la pluma
“Calladita eres más bonita”, cuántas vueltas puede dar esa frase en el tiempo y la sociedad sin pensar que lo que se calla nos daña y aniquila como personas. Yo también fui una niña educada con mi porción de silencio, si yo no hubiera dejado de consumir silencio a temprana edad, hubiera facilitado las cosas a los depredadores que se me acercaron. Mi mamá nos cuidaba mucho, tenía que hacerlo; éramos puras niñas, puras “chancletas”, como se dice en Yucatán. Mi papá fue señalado por “chancletero”, tener una familia de puras niñas complicó la vida de mi mamá, siempre dijo que no se divorciaba por miedo a unirse con otro hombre que abusara sexualmente de nosotras y por eso se quedó a lado de un hombre violento y alcohólico.
Éramos cuatro niñas, para mi mamá parecíamos presa fácil de cualquier abusador. Creo que, a la par de esas ideas, debió contagiarnos ideas que nos hicieran seguras de nosotras mismas, explicarnos que nuestro cuerpo es nuestro y rechazar cualquier contacto que consideráramos incómodo. Quizá eso equilibraría aquello de que las mujeres debemos quedarnos y guardar silencio; ese silencio cómplice de las actitudes más viles y destructivas de los depredadores. Alabo y admiro a las mujeres que se atreven a hablar del abuso que han sufrido, que lanzan el silencio a la basura y abren su cuerpo y corazón aun cuando está lleno de heridas y por eso se vuelve criticable. Es una larga cadena de liberación: cuando habla una, abre las puertas para todas las que vienen detrás, cuando habla una, las otras se fortalecen y hablan también, cuando habla una, hablan casi todas.
Es inimaginable todo lo que tiene que superar una mujer que ha sufrido abuso, las terapias no son suficientes para alejar el miedo. Conozco muchos casos de cerca, mujeres que prefieren callar para evitar problemas familiares, o porque, a pesar de todo, el agresor es familia. Entiendo el deseo de mantener la unión familiar, pero hay que recalcar que el violador que no es acusado, señalado y encarcelado, seguirá violando y agrediendo niñas siempre que pueda. Si no hablas por ti, hazlo por las otras, por las que vienen, por las que no saben y no tendrán oportunidad de defenderse del violador. Porque si asumes que ya pasó y nada puede ayudarte, piensa que puedes ayudar a una niña de 4, 6 o 3 años.
Admiro a las mujeres que hablan, puedo decirles que el dicho es incorrecto, porque las he visto hablando del abuso que sufrieron, he visto sus ojos, su fuerza y su entereza: ustedes son más bonitas que cualquiera, porque su valentía las hace únicas, porque quizá nunca sepan cuántas mujeres hablaron a partir de que ustedes lo hicieron, porque nadie va a decírselos, pero son heroínas que hicieron a un lado el miedo y miraron a su monstruo de frente. Ustedes son admirables, por ustedes es que los dichos misóginos suenan ridículos, y sí, por ustedes, es que el mundo cambia y hoy una niña más puede dormir tranquila lejos de un violador.