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A raíz de una polémica generada por un despido o renuncia de mi hermano con capacidades diferentes (en la empresa dicen una cosa y mi hermano dice otra), me he puesto a pensar cómo funciona ese slogan de “Empresas socialmente responsables”. Me pregunto qué significa para un empresa tener ese slogan, y si realmente son responsables o mínimamente empáticas. La misma polémica generó una llamada del CREE, en la que me explicaron un poco cómo funciona esto. Ellos reciben solicitudes de empleo por parte de estas empresas, mandan a las personas y hacen un seguimiento del trabajador.

Mi hermano ha trabajado en diferentes empresas, cuando lo despiden o renuncia, suele contarnos lo que sucede en su centro de trabajo. En una empresa anterior, aclaro e insisto en que no es la última empresa en la que trabajó y generó la polémica, empezaron los maltratos con pequeñas acciones que finalizaron con que no le dejaran usar las tomas de agua del tercer piso, y él llenaba cubetas abajo y subía cargando el agua; decidió salirse cuando se resbaló, cayó y se lastimó la espalda. Eso nos lo contó mucho después, por lo que no pudimos hacer las denuncias pertinentes.

Sucede que su misma “discapacidad intelectual” no le permite expresarse con claridad y suele manifestar miedo de sufrir represalias. Me pregunto qué pasaría si viéramos lo que graban las cámaras de esas grandes empresas, a lo mejor nos sorprenderíamos de lo bien que tratan a sus empleados que les permiten ponerse el slogan de incluyentes, o quizá nos llenaríamos de rabia. Manifiesto mi desprecio total por quien maltrata a personas que no pueden expresarse y a las que les cuesta más que a la media salir a trabajar.

La polémica de mi hermano generó que distintos reporteros me entrevistaran, hoy sé que algunos están haciendo reportajes especiales para saber qué trato reciben los empleados con capacidades diferentes en sus centros de trabajo. Pienso que quizá la polémica sirvió para eso: para ser la punta del iceberg sobre el tema. No dudo que haya empresas que brindan buen trato a sus empleados. Mi hermano trabajó muchos años en Gamesa, cuando fue momento de liquidarlo, y siempre que hubo algún conflicto, llamaron a mi mamá para explicarle lo que pasaba. Lo liquidaron conforme a la ley, y lo felicitaron por su desempeño. Por eso él tiene gratos recuerdos de esa empresa.

En este último caso en el que mi hermano gastó más de lo que le pagaron, ¿en verdad era mucho pedir, o a nadie se le ocurrió devolverle los ciento cinco pesos que gastó para ir a cobrar sesenta y dos pesos? Creo que eso deja ver algo. Vuelvo a exhortar a las personas de capacidades diferentes a hablar si reciben maltrato laboral. Es más, los exhorto a todos a estar bien pendientes del trato que se brinda a los empleados y no quedarnos en silencio, sólo así abrazaremos el mundo incluyente, justo y utópico que tanto soñamos.

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