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Nuestras mujeres yucatecas son admirables por su fortaleza, magia y generosidad. Oírlas hablar de los tiempos de antaño, sentarse a la mesa y compartir con ellas bocado e historias siempre es un privilegio. A raíz de “Las crónicas del taco”, tuve el gusto de conocer a dos de las cocineras que tan bien nos representan en el capítulo dedicado a la cochinita pibil. La primera a la que visité fue a Blanquita, ella vive en Dzityá, sus recuerdos están llenos de carencias, quizá por eso su presente está lleno de fortaleza y sabiduría.

“Nací en Tixkokob, a los 6 años me trajeron a vivir aquí. Mis abuelos trabajaron el henequén. En mi infancia cortaba pencas de henequén, ese era mi trabajo. Yo era muy obediente, porque nos castigaban hasta con la comida. Crecí con mis abuelos, ellos podían comer macún de pescado, pero no te daban: tú vas a comer masa revuelta con sebo de venado, haz tus pimes y los cueces en el comal. ¿Cómo no vas a aprender a obedecer si te castigaban? Ahora a los chamacos les dices las cosas y las hacen si quieren, antes había ley: si no aprendías a cocinar o a tortear, te quemaban las manos en el comal, si no aprendías el hilo contado, te clavaban la aguja en medio de tus dedos; aquí tengo la cicatriz. Tenías que cuidar tus chancletas, andabas descalza para que no se rompan, porque no hay dinero para comprar chancletas a cada rato. Era mucho el castigo, pero aprendías también. No lo veo como un mal, porque aprendí. Sé cocinar, gano mis centavos, tengo mi propio dinero. Mi abuelita era muy buena cocinera. ¡Hasta iguano sé cocinar! Me casé a los catorce años, en ese tiempo cuando un muchacho empezaba a hablarte, los abuelos le decían: ¡Si eres tan hombre, te casas en tres meses! No te dejaban ni conocerlo, como quien dice ni te puedes enamorar, pero así era la ley de los abuelos”.

Blanquita cocina delicioso, siempre tiene encargos de comida yucateca, les recomiendo probar su cocina, les garantizo que no se arrepentirán. Ese sabor de la leña, del pueblo, de los ingredientes nuestros se disfruta en los platillos que cocina. Recibe encargos al 9994178282. Blanquita, después de crecer a sus hijos, adoptó a cuatro niños, dice que donde comen dos, comen diez, y es que una cocinera como ella puede alimentar a un pueblo con todo su amor.

Ver a blanquita en la televisión, en Netflix, generó diversas reacciones en la gente del pueblo, desde personas que la felicitan hasta otras que la dejaron de hablar o le voltean la cara.

“Mi humildad nadie me la va a quitar porque yo soy humilde. Hay personas que ni me hablan que porque salí en la televisión. Son gente ignorante, yo así pienso, no lo deben de hacer. Yo nací, crecí pobre y pobre voy a acabar”.

En eso se equivoca Blanquita, ella es rica en muchos sentidos, es rica en generosidad, sabiduría, en fortaleza, en esas cosas tan valiosas que a veces nadie enseña y que tanta falta hacen en este mundo.

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