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La llegada de Joe Biden a la Casa Blanca de Washington ha modificado al menos una política gubernamental -la migratoriaque beneficiará a la población latinoamericana, y México, por ser la frontera con Estados Unidos, será el país que la aprovechará en mayor cuantía. La propuesta -y el beneplácito de Joe Biden-, para que Esteban Moctezuma Barragán asuma como embajador ante su gobierno presenta un cambio de enfoque en las relaciones centronorteamericanas. Dada su experiencia como secretario de Gobernación, de Desarrollo Social y de Educación, el propuesto embajador podrá ser un interlocutor exitoso en la nueva agenda bilateral con el gobierno demócrata iniciado el 20 pasado de enero.

Con esa maniobra política, el presidente López Obrador se adelantó y mostró cuál es el interés de su gobierno respecto del estadounidense; el mensaje fue claro: todo lo relacionado con desarrollo humano, social y económico es el camino para una relación sin sobresaltos. La respuesta del nuevo gobierno del vecino del norte no se ha hecho esperar, el novel gobierno anunció un fondo de apoyo para el desarrollo de Centroamérica de 4 mil millones de dólares.

Es muy probable que la agenda propuesta representada por el embajador Moctezuma -si el Senado lo aprueba- prospere, sobre todo porque el nuevo escenario internacional le exige a los Estados Unidos procurar vecinos estables económica, social y políticamente.

Muchas regiones de México y Centroamérica dependen casi exclusivamente de las remesas que envían los trabajadores migrantes desde los Estados Unidos, y no atender esa evidencia desde la perspectiva del desarrollo y continuar la opción de muros solamente agudizará el encono; incluso el apoyo económico a las regiones deprimidas y la instalación de empresas en esas zonas pobres no evitará la migración, el diferencial de salarios entre las regiones es profundo, por lo que siempre existirán incentivos para la persistencia de ese fenómeno, hasta que no se atienda de manera estructural.

El gobierno de Biden le otorgó la confianza al de López Obrador, para que sea éste el que atienda según su visión el problema de la pobreza, migración y sus caravanas transnacionales. Que los demócratas tengan el control de ambas cámaras -la de los representantes y la de los senadorespermitirá a Joe Biden impulsar su agenda y en ella se incluye la cooperación con el gobierno de México en algunos temas. Ahora bien, debemos esperar hasta ver si el gobierno estadounidense no exige apoyos insostenibles -dada su nueva realidad internacional y el compromiso de México de apegarse a la Doctrina Estrada- que pudieran dislocar las relaciones bilaterales.

Sin embargo, este escenario solamente será sostenible hasta junio y dependerá del resultado de las elecciones en México; es difícil que los vecinos norteamericanos pretendan lastimar el proceso, lo que sí pudiera ensombrecer de alguna manera las campañas políticas radica en los desencuentros entre el gobierno federal y las principales redes sociales de origen estadounidense, que han salido fortalecidas durante la fase de transición recientemente concluida en Estados Unidos.

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