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Quizá si el año pasado un presentador televisivo hubiera dicho que ignoremos las recomendaciones de un servidor público, la mayoría de la población lo hubiera hecho; sin embargo, uno de los fenómenos más importantes durante la epidemia es que por primera vez en muchos años la voz de la ciencia está prevaleciendo; ahora noche tras noche se tiene la oportunidad de que cualquier persona pueda acceder a cursos introductorios de salud pública y epidemiología a través del subsecretario LópezGatell, quien ha tenido un protagonismo merecido y hasta ahora inédito. Inclusive aquellas personas que se encargaban de compartir información falsa en todo momento ahora la cuestionan.

La nueva realidad nos ha llevado a situarnos en un terreno en el que debemos confirmar los hechos para no propagar mentiras, la población cada vez abandona aún más la niebla de la opinión y el desdén por el conocimiento académico; esto representa un cambio importante para las corrientes ultraconservadoras que durante años se han encargado de esparcir falsos rumores con su oscurantismo arcaico; la ultraderecha prefiere ocultar los hechos que perjudiquen sus intereses y sus privilegios.

Este virus nos ha convencido de que el conocimiento ante esta crisis es indispensable y también que tenemos un aviso de que los mayores retos no se encuentran necesariamente en las grandes situaciones como el calentamiento global, la política internacional o el petróleo, sino en lo más pequeño como los virus y las bacterias.

La pandemia obliga necesariamente a mirar hacia la inversión en investigación científica, ya que se ha demostrado que la ciencia y solo la ciencia es el único conocimiento confiable contra las fake news, sin olvidar el momento de la cooperación entre todas las ramas del saber para repensar y reactivar. En el regreso del país y del mundo nuevo, debemos reconstruir nuestras prioridades, nuestras inversiones y nuestros valores; nos hizo falta un hecho sin precedentes como el que estamos sufriendo para redescubrir de golpe la importancia suprema del conocimiento sólido y preciso, para que todos y todas nos esforcemos verdaderamente en diferenciar lo que es un hecho de lo que es algo que es una noticia falsa o un engaño.

Se está formando una nueva ciudadanía, no para preparar elementos de la fuerza laboral, sino un movimiento de intelectuales que tengan un verdadero protagonismo en la vida política. Solo podemos seguir confiando en el uso de la razón para comprender mejor el mundo y para anticiparnos, en la medida de nuestras posibilidades a un futuro, el cual ahora podemos construir como nunca. Ser humano exige aprender incluso de las situaciones más adversas. La creatividad brilla siempre en los escenarios límite y esta situación nos ha obligado a repensar nuestras prioridades, nuestros desafíos, nuestra común humanidad.

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