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El reconocimiento a otro –creo- siempre habla bien de ti. Aceptar que alguien más hace las cosas bien y decirle al mundo cómo es que sucede deja ver ejemplos de vida que vale la pena conocer.

A mí me encanta saber de las personas que reciben una distinción por su talento, por su trabajo, pero el mejor premio es cuando se le entrega a un ser humano por su servicio o vocación, por esas cosas que hace desde el corazón.

El fin de semana pasado recibí, sin querer, tres invitaciones al evento de un maestro, Alberto Zapata, al que no tengo todavía el gusto de conocer, pero seguramente hace las cosas muy bien porque se desempeña en una escuela pública y los papás de sus alumnos decidieron contar su historia de entrega al servicio de niños discapacitados.

Es algo parecido a lo que sucede con Teletón. Y digo parecido porque la causa del profesor es la educación y la del CRIT es la rehabilitación, pero en el medio se tejen un millón de historias que he compartido en Quintana Roo y Yucatán a lo largo de más de diez años, sobre personas extraordinarias que dedican su vida a enseñar a otros para su evolución o bien a buscar dinero para que otros tengan un mejor futuro.

Recuerdo la historia de Carlos, que, cuando lo conocí, el mismo contaba que no podía ni peinarse, debido a su padecimiento, pero con sus ganas de ser y la ayuda del CRIT y muchos valientes como Carlos Loret logró su sueño de ser periodista y tener un espacio nacional en la radio una vez a la semana, además de ser vocero de Teletón con una elocuencia bárbara fomentada por las ganas de estar.


Hay otros relatos del esfuerzo de Isabel Sordo, Verónica Torres o José Quintana en su entrega a este proyecto recabando recursos por todas partes para seguir ofreciendo la atención a los niños que esperan su ayuda.

Pequeños con cáncer que encuentran una oportunidad en un lugar menos parecido a un hospital para mantener el ánimo mientras consiguen la cura. Los cuentos son verdad.

Hoy mi homenaje es para Lola Sánchez, una mujer con una energía positiva que se contagia a mil.
Debo admitir que no he trabajado con ella durante ocho horas seguidas, pero los momentos que hemos compartido han sido increíbles.

Su entusiasmo contagia.

Hoy el Centro de Rehabilitación Infantil Teletón en Mérida cumple diez años de ayudar a quienes lo necesitan y, contrario a lo que sus detractores dicen, es un sitio grandioso donde muchas personas han encontrado una forma de superar o hacer mejorar un padecimiento.

Habría que conocer esas miles de historias de cerca.

Mientras, yo aprovecho que es lunes, que hay fiesta en el CRIT, para celebrar con todos esos seres que hacen de este mundo un lugar mejor. ¡Que sea feliz!

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