Históricamente hablando recordamos con admiración y valoramos a este personaje que fungió como intérprete de Hernán Cortés (hablaba maya, nahualt y español) y fue su concubina. Procrearon un hijo llamado Martín Cortés, uno de los primeros mestizos de la Nueva España, posteriormente por instrucciones del conquistador, cuando lo acompañó en la Conquista de Honduras, al iniciarse la expedición la hizo casar con Juan Jaramillo, otro español con quien engendró una hija llamada María (como la virgen). Ella le sobrevivió a Cortés y disfrutó de sus nietos.

Desafortunadamente cuando se refieren a “La Malinche”, la mayoría de la gente lo hace en tono peyorativo y de manera ignorante, sin embargo, a pesar de las carencias que sufrió en su etapa de esclava y arrojada a los pies del extranjero, su espíritu combativo la fortaleció como una heroína de su tiempo.

Aprovecho para comentar a los que les gusta este tema, que la historiadora y filóloga Camila Towsend, especialista en los anales nahuas e participe de las escuela de los etnohistoriadores, considera vital la utilización de fuentes indígenas para situar la visión del mundo en que creció Malintzin y del lugar que ocupan en el las mujeres. Su libro Malintzin: una mujer indígena en la Conquista de México, no debe faltar en su biblioteca.

Tristemente no se ha escrito una biografía tradicional de doña Marina –para los españoles-, por una razón contundente: simplemente no existen las fuentes necesarias para elaborar semejante obra.

Se dice que nació en el año de 1500 y Bernal Díaz del Castillo escribió una historia con muchas interrogantes al referirse a que pertenecía a linajes por ambos lados, que su padre había muerto y que su madre vuelta a casar quiso deshacerse de ella, para que el hijo que tenía de su segundo esposo heredara en su lugar. La vendió clandestinamente a los comerciantes y difundió la noticia de que la niña había fallecido.