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Hace unos días se realizó en la Ciudad de México un debate entre diferentes diputadas federales cuyo tema fue “la despenalización de la interrupción del embarazo”, se dieron cita en el lobby de la Cámara de Diputados en San Lázaro.
Hubo posturas a favor y en contra y al final no se llegó a un consenso, dado que quienes defienden el aborto se cerraron a todos los postulados de la ciencia ampliamente demostrados.

Se entramparon en una discusión estéril, con participaciones de diputadas de izquierda muy desafortunadas, como aquella que afirmó que de la unión de un espermatozoide y un óvulo no se sigue que sea una nueva vida sino hasta el momento de la implantación en el útero, pues antes no es viable.

Otra diputada dijo que los varones no tienen ninguna injerencia en la decisión de una mujer, en tanto una más afirmaba que tendría que ser al revés, toda vez que el bebé es responsabilidad de la pareja.

Una más dijo que el aborto no es delito y con ello negó lo que está plasmado en el Código Penal Federal alegando que debiera de salir el tema de dicho código, pues no está correctamente tipificado; es más, otra dijo que debieran desaparecer otros tipos penales como el filicidio, infanticidio o el homicidio en razón de parentesco, ya que, a su parecer, las mujeres solo abortaron y se encuentran por ello en la cárcel.

Quienes defendieron la posición de no despenalizar el aborto sostuvieron que, dado que la ciencia ha demostrado que la vida inicia en la concepción y que en numerosos instrumentos legales se protege y se reconoce la vida del concebido no nacido, coincidieron en que no se quiere ver criminalizadas a las mujeres, sin embargo, el problema de fondo es ¿por qué no se están atendiendo los problemas reales? No se están destinando recursos para mejorar el sistema de salud, las mujeres y los hombres se mueren en el país porque no se tienen los recursos suficientes para atender las enfermedades que lideran las causas de decesos, no se está garantizando una educación sexual responsable, no se está trabajando desde las legislaturas para garantizar que las mujeres y los hombres puedan tomar decisiones libres que permitan que ante un embarazo inesperado la opción no sea matar al bebé que esperan.

Las diputadas pro aborto insistían en que su postura es a favor de la vida y a favor de la libertad de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos (sin importar que esta “decisión” pase por darle pena de muerte a su bebé), y la verdad es que cuando uno escucha esta afirmación se oye totalmente hueca, pues una excluye en automático a la otra al ser contradictorias; también dijeron que a una vida concebida no se le puede dar el trato de persona sujeta de derechos.

Las diputadas a favor de las dos vidas dijeron que la salida fácil de un estado fallido sería aprobar la legalización del aborto, y que ultimadamente éste ha quedado despenalizado en algunos supuestos, como lo establecen las legislaciones estatales, y que numerosas leyes afirman que el bebé concebido tiene derechos aunque la ley no establezca que es persona.

Y quienes vimos la transmisión y estamos efectivamente a favor de las dos vidas nos quedamos con las ganas de que dicho debate haya subido de nivel, las mismas tramas de siempre que al final solo ocultan los verdaderos intereses de quienes dicen defender la vida, y por otro lado mandan al matadero a los ciudadanos mexicanos para pretender convertirnos en un país infanticida. ¡De pena!

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