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En estos largos meses de pandemia, hemos estado escuchando que la violencia familiar se ha disparado.

Aunque es un fenómeno que se ha intentado reducir con políticas públicas, sabemos que lo más efectivo es que la misma familia tome conciencia de la problemática y busque ayuda, sin embargo esto no sucede a menudo por las diferentes formas en las que los individuos hemos sido educados.

Existen libros que nos pueden ayudar a comprender porque reaccionamos de una u otra forma ante las acciones de nuestros hijos, ¿por qué es que a veces algún hijo saca nuestra peor cara y al contrario con otro hijo podemos tener más paciencia? La psicóloga Martha Alicia Chávez, comenta en su libro “Tu Hijo, Tu Espejo” que existe una parte oculta en la relación que hay entre padres e hijos, pues inconscientemente los padres buscamos realizar en ellos anhelos ocultos, resolver expectativas de vida o frustraciones pasadas, y es justo por ello que a veces perdemos la paciencia con alguno, nos desesperamos, queremos a toda costa que cambien y lo que de estas acciones deriva a pesar de no quererlo es justamente la violencia que quisiéramos evitar.

¿Quién como padre o madre no quiere ver a sus hijos realizados y felices?¿Quién no quisiera vivir en un ambiente pacífico? Para lograrlo es necesario que durante su desarrollo logremos que tengan seguridad de sí mismos, una autoestima fuerte puede evitar que se conviertan en víctimas de violencia.

El trato que les demos es fundamental, frecuentemente los padres cometemos el error de increpar por todo a nuestros hijos y con esta actitud solo les estamos enviando un mensaje negativo, reñir con ellos constantemente da al traste con su autoestima pues les hace sentirse poco amados.

Por el contrario, si cambiamos la estrategia y logramos que en casa se refleje la alegría de disfrutar de la mutua compañía y cuando necesitemos reprenderles atendamos a la acción que deba ser corregida y no tanto a la persona que la comete, lograremos no dañarles el amor propio y que continuen sintiendo el amor de los padres, la seguridad de los hijos está directamente relacionada con el sentirse amados, con el obtener reconocimiento de los padres, caricias y tiempo.

Nuestros hijos a menudo se ven reflejados en nosotros sus padres, diría la autora antes citada “somos su espejo”.

Ellos aprenderán a ser felices en la medida que nosotros les enseñemos el camino para serlo, conocerán el mundo que les rodea a través de nuestros ojos, de nuestras valoraciones, de nuestros juicios y prejuicios.

Sabemos lo difícil que resulta educar, de allí la importancia de conocernos bien pues como papás requerimos mantener una actitud positiva y constante al hablar, motivar y corregir y para ello debemos cuidar cuatro factores: la aceptación, el cariño, la corrección y la valoración.

Si queremos una familia fuerte debemos aceptar que cada hijo es diferente, único e irrepetible; asínuestra tarea se centrará en ayudarles a potenciar sus cualidades y con toda paciencia tratar de corregir los defectos.

Por último, la valoración o el elogio es lo que motiva más a nuestros hijos, una frase que les demuestre lo orgullosos que estamos de ellos logrará que cualquier actitud se fortalezca teniendo presente el ser objetivos para no caer en falsas expectativas o actitudes soberbias.

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