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El año pasado el presidente de Uganda, Kaguta Museveni, dirigió un mensaje a su nación para alertarles sobre cómo debían conducirse frente a la pandemia que nos amenaza a todos los países; lo hizo de una forma magistral pues comparó al Covid-19 con una guerra. Sabemos que para el continente africano hacer alusión a la guerra es describir experiencias comunes ya que han sido víctimas de muchos conflictos armados.

Lo primero que les dijo es que cada uno tiene que asumir la responsabilidad de su salud personal porque “Dios tiene mucho trabajo, tiene que cuidar a todo el mundo. No puede estar aquí en Uganda cuidando idiotas”.

Un frase muy dura pero muy real, que sacude a quien la escucha porque ciertamente no le podemos endilgar a Dios que acabe con esta pandemia si nosotros no hacemos lo que nos toca, aunque Dios puede hacerlo si quiere entendemos también que quisiera nuestra cooperación y compromiso.

Museveni les dijo que se sintieran ante el Covid como en una situación de guerra, si bien ésta no precisa balas, armas, máquinas anfibias, terrestres o aéreas, soldados humanos, cuartos de guerra o zonas sagradas, podríamos decir que el SARS-cov2 es más letal pues no respeta nada, ni fronteras, ni edades, ni sexo; no tiene intención de cambio de régimen, no le interesan los recursos naturales o minerales de países ricos, no le interesa la hegemonía religiosa, étnica o ideológica, no le interesa la superioridad racial; es un ejército invisible, despiadado y efectivo que no se rige por ningún protocolo de guerra.

El Presidente les recordó que cuando se está en situación de guerra nadie te pide que te quedes en casa, sino que lo haces por elección propia; no te quejas ni insistes en tu libertad, incluso si tienes en dónde te escondes hasta que cesen las hostilidades, porque quieres sobrevivir.

Durante la guerra no discutes sobre abrir tu negocio, sino que cierras y corres por tu vida, oras para que pronto puedas abrir; durante la guerra, estás agradecido con Dios por ver otro día en la tierra de los vivos. Durante la guerra, no te preocupas si tus hijos no van a la escuela, sino que pides a Dios que no sean reclutados y usen la escuela como lugar de entrenamiento.

No cabe duda que esta pandemia nos ha puesto a todos los países a replantearnos la situación que vivimos porque ciertamente las medidas que se han dado para la población a muchos no nos han gustado, la quiebra de negocios por el cierre obligatorio ha dejado a muchos sin recursos, el confinamiento social ha sido muy duro, sin embargo ciertamente esto último es la gran debilidad de este virus, pues no logra sobrevivir al distanciamiento social y físico.

Necesitamos de nuestra acción colectiva, disciplina y paciencia para poder vencer a este ejército invisible que se ha llevado a tantas personas, no podemos bajar la guardia frente al Covid, hay que insistir en una buena higiene personal, desinfectarse tan a menudo como sea posible, llevar una buena alimentación y siendo guardianes de nuestros hermanos.

Si cambiamos nuestra mentalidad y nos sentimos “en tiempos de guerra” podremos hacer más llevadera esta pandemia, porque ciertamente nadie nos ha privado de nuestra libertad y si es mucho lo que podemos hacer por los demás, practicando la urgencia en el servicio y el amor por los demás.

Como afirmó el presidente de Uganda al terminar su discurso: “En poco tiempo recuperaremos nuestra libertad, empresa y socialización”.

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