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La ideología de género no es una idea abstracta, es algo que está trastocando todos los ámbitos de la sociedad, y para definirla una de las personas que mejor lo hace es el doctor Agustín Laje cuando dice que “es un conjunto de ideas anticientíficas que con propósitos políticos autoritarios desarraigan a la sexualidad humana de su naturaleza y la explican monopólicamente a través de la cultura”. 

Desde hace muchos años se está trabajando en ello desde las instituciones internacionales como la Organización de las Naciones Unidad (ONU), la Unicef, el Fondo de Población, la OEA, etc., para ir permeando en los distintos países a través de las entidades de gobierno y de allí a la población en su conjunto. En México está muy bien insertada en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, en el Senado, en el Congreso de la Unión, en las secretaría de Educación y de Salud, en los gobiernos y congresos estatales, etc. 

Dicha ideología de género pretende renunciar y negar la evidencia que aporta la biología, la embriología, la genética, la bioética, por mencionar apenas algunas ciencias, y con ello desmantelar el sexo biológico, la filiación y la identidad del ser humano imponiéndose a través de la instrumentalización del sistema educativo, reformando leyes sin un verdadero sustento y censurando y persiguiendo hasta la penalización a aquellos que piensan distinto. 

Esta corriente está atentando contra derechos humanos tan básicos como la salud, la libertad de expresión, la de conciencia y credo, la patria potestad y hasta el derecho a ejercer libremente una profesión. 

Los poderes del país llevan claramente esta agenda, desde el Judicial con su protocolo de actuación para quienes imparten justicia en casos que involucren la orientación sexual o la identidad de género, así como en el Legislativo, que con la llegada de Olga Sánchez Cordero marcó agenda para los morenistas en su paso por el Senado al inicio del sexenio y que posteriormente, al ocupar el cargo de secretaria de Gobierno, fue permeando en el Poder Ejecutivo. Ahora regresa a su curul para continuar lo que dejó, y dichas estrategias vemos que han avanzado en 22 estados con la legalización del matrimonio entre personas del mismo sexo, en otros congresos locales se está impulsando el cambio de identidad de “género” en actas de nacimiento desde la adolescencia (es decir, desde los 12 años de edad) llevando la delantera la Ciudad de México; también se busca legalizar la renta de vientres con fines de procreación y la penalización de las terapias que llaman “de conversión” que han aprobado en algunos estados. 

Queremos hacer énfasis en esto último, ya que en ningún tratamiento o terapia es válido ejercer violencia, dar malos tratos o vejaciones que atenten contra la dignidad del ser humano o aplicarla contra la voluntad del sujeto, eso sería inadmisible. 

Con estas leyes ¿qué pasará cuando se atienda a alguna persona que ha sido víctima de abuso o violación sexual que se encuentre confundida por esta situación, o que tenga atracción al mismo sexo no deseada, que experimente disforia de género, o cual quier otro contexto que involucre la sexualidad humana? Penalizar las terapias es un abuso de la autoridad que viola el ejercicio libre de la profesión de los especialistas en el tema y viola también el derecho humano a la salud del sujeto que libremente quiere acudir a consultar. 

La censura cada día está peor, nos quieren aplicar la ley mordaza pero sólo en un sentido, es decir, si una persona heterosexual se empieza a percibir como homosexual está muy bien, pero si la misma quisiera dar marcha atrás entonces si está mal, no sólo está mal sino que ya no tendría derecho a recibir apoyo ¿acaso eso es justo? ¿no es un grave atentado a la libertad? 

Más grave aún es lo que pretenden hacer con la niñez, adoctrinándola desde la tierna infancia, desatendiendo sus necesidades de madurez intelectual, psicológica y afectiva y privando a los padres del derecho a educar a sus hijos de acuerdo con sus convicciones y principios. 

La imposición de esta ideología está más que a la vista, sólo a fuerza puede avanzar ya que no se sostiene por sí sola, pues falta a la verdad.

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