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Desde hace tres lustros, cada 12 de octubre se conmemora el Día Mundial de las Enfermedades Reumáticas. Sobre sus consecuencias todos nos lamentamos, pero al realizar un recuento de las estrategias, planes y acciones para acotarlas desde su base, poco hemos hecho. En pleno Siglo XXI, los nubarrones sobre la calidad de vida de la mujer yucateca enferma siguen amenazando su futuro, y por ende la estabilidad y armonía sociales. Oídos sordos han sido la constante de políticos y algunas instancias académicas, evadiendo el lastimoso reclamo del colectivo científico.

Desafortunadamente, poca atención han puesto muchas instituciones académicas y algunos servicios de salud a las cerca de 200 enfermedades que alteran el tejido conjuntivo o de sostén de niños y adultos. Sobre su impacto económico, social y psicológico poco se habla y obviamente mucho menos de los costos directos e indirectos que erosionan el bolsillo de cualquier doliente. ¡Revisen los cuadros básicos y me dará la razón!

Sinnúmero de obstáculos tienen que salvar quienes padecen de artritis reumatoide, lupus eritematoso u osteoartritis, por tan solo citar. Desde la mala prescripción con efectos secundarios de los tan socorridos desinflamatorios hasta las modernas torres de control, tan frías y en no pocas ocasiones desatinadamente estrictas según la docta perspectiva de los reumatólogos.

Los recortes en los dineros están enviando de forma imperdonable al cadalso de la invalidez a quienes osan por nacimiento portar genes de la artritis. Yucatán, querido coterráneo, al día de hoy ocupa el primer lugar mundial en el reumatismo deformante más temido, que flagela a la mujer en edad reproductiva y productiva, lacerando desde sus cimientos al pilar mas sólido e importante de una sociedad. Cuántas ausencias laborales, a juntas de padres de familia y paseos dominicales cisman la estabilidad de tu familia.

Quiero comentarles que el Colegio Mexicano de Reumatología, A.C., con sus cerca de 800 especialistas ha tocado puertas tanto de universidades como de instancias centrales del sector salud. Pretextos han sobrado para no incluir en su currícula la materia, ni ampliar los insumos necesarios para acotar las secuelas que condicionan los “reumatismos” (específicamente dentro del Insabi). Desafortunada ceguera por parte de los responsables en la toma de decisiones.

La balanza aún no está equilibrada con la realidad irrefutable ante ojos expertos y pacientes. Tenemos la esperanza de que el actual titular de la Secretaria de Salud Nacional -por cierto reumatólogo- se haga presente y con responsabilidad social ponga un alto a tan desafortunado devenir y de tajo quite la venda que ha obnubilado la razón de quienes jamás han estado en una silla de ruedas, mutilando la esperanza de un renovado e indoloro amanecer.

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