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Era un día cualquiera, entre carreras, juntas e infinidad de pendientes, de forma presta se me acerca conocido profesional, quien, rascándose la cabeza, me expresa: ¿hasta cuándo se van a terminar los retos y problemas que el pandémico mundo nos presenta hora tras hora? Hasta la fecha sólo nos brindan paliativos, sin tratamientos efectivos.

Es válido el cuestionamiento y máxime que el comportamiento político desde cualquier arena exhibe renglones calcados de la inmortal obra “El príncipe”, del ítalo multifacético del siglo XVI Nicolás Maquiavelo, quien, entre tantas frases, redactó una que viene muy ad hoc con la escena que lo atribulaba: “En todas las cosas humanas, cuando se examinan de cerca, se demuestra que no pueden apartarse los obstáculos sin que de ellos surjan otros”.

Dentro del macrocosmos que representa este México convulso, lleno de “puestas en escena” -cual distractores mediáticos-, declaraciones mesiánicas y descomposición social, cada uno de nosotros vive su microcosmos -con infiernos-, aludiendo la obra del también ítalo Dante Alighieri, que te atosiga, atrapa y por momentos ahorca. Largas jornadas laborales, sueldos de miseria, excesos en tramitología burocrática, holgazanes oportunistas, enemigos de casa y poca convivencia familiar serían tan sólo algunos ejemplos.

La gran incógnita es: ¿cómo salir de esta espiral de horror? Afortunadamente no existe llave mágica, te aseguro que es cuestión de actitud. Reinventarte cada día y sentir que lograrás las metas trazadas más allá de la adversidad sería un buen inicio.

Cual buen estratega, ya sabes que al llegar al trabajo te espera el que vive quejándose sin aportar nada para transformar el entorno, o el pusilánime acomplejado que te vende finezas y por otro lado busca cómo “no servir” al semejante, esgrimiendo argumentos normativos que en el fondo responden a intereses particulares y no del colectivo. Nunca falta el que aplica la “aburridora”, sin darse cuenta de que con reprochable comportamiento sólo se envilece como profesionista, trabajador y ser humano.

Hay que encontrar la inspiración y el amor, cual Beatriz en la “Vita Nova” y teniendo fe como en la “Divina Comedia”. Esta serie de analogías tratan de mostrarnos la luz que proyecta el faro de la razón, que dicta la experiencia que nos moldean los años de existencia.

Quiero decirles que lo anteriormente redactado es velada invitación a la reflexión, y a que con madurez nos preguntemos: ¿qué papel estamos interpretando en cada momento de nuestra vida? Recuerden que el teatro está representado por dos caras, una sonriendo y otra triste, correspondiendo a la tragedia y a la comedia; después de todo a esta vida venimos a reír y a llorar.

La actitud hace la diferencia, hoy puedes transformar esa predisposición aprendida a responder de un modo consistente. Haz la diferencia, lo reclama tu esencia, no maquilles tus horrores.

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