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A la maestra Mimí (Escuela Primaria “Nicolás Bravo”) A la maestra Silvia (Escuela Secundaria Federal 8) A la maestra Lizbeth (Escuela Preparatoria 1) Al maestro Jorge (Facultad de Ciencias Antropológicas)

Como estudiante de la Facultad de Ciencias Antropológicas tuve la oportunidad de cursar la materia Antropología de la educación, impartida por el doctor Freddy Espadas Sosa. En dicha clase, acogí una de las ideas más significativas de mi etapa formativa y que de alguna forma ha guiado mi labor como docente en la Unidad Académica de nuestra Universidad. En un momento de sus tantas y valiosas intervenciones el doctor Freddy Espadas compartió a la clase una aguda reflexión: ser maestr@ es la profesión con la más alta responsabilidad que una persona puede ejercer en el núcleo social. Este pensamiento lo compartió con base en sus años de experiencia y práctica como docente en instituciones como la Universidad Autónoma de Yucatán, la Universidad Pedagógica Nacional y otras tantas de reconocido prestigio.

La profundidad de tal reflexión descansa en el trabajo formador que cada maestr@ realiza todos los días desde diferentes espacios de acción, niveles educativos y áreas disciplinares. La experiencia me ha permitido meditar cómo nuestro papel de docentes contribuye, en mayor o menor medida, a la formación de ciudadanos que respondan a las necesidades sociales, políticas, culturales y económicas de la sociedad, pero que, al mismo tiempo, sin proponérnoslo, influimos en esas niñas, niños y jóvenes con ideas, actitudes y formas de pensar, de hacer, de actuar. Por tanto, en nuestras manos, de alguna manera está la de formar individuos pensantes, críticos, que asuman empresas y responsabilidades con su entorno social y natural, que tomen decisiones con sentido humanista, que sean empáticos, para acabar pronto, procurar formar buenas personas. Esto último, sin un afán paternalista y/o autoritario que les diga que hacer y que no; o que los éxitos y/o fracasos son consecuencia irrefutable de nuestra labor, pues los contextos, las instituciones y otras circunstancias también entran en juego; o pretender difundir una idea romántica y abnegada del ser maestr@.

No hay tarea más noble que la de formar, porque implica un compromiso con la sociedad, pero sobre todo y de manera especial, con cada niña, niño y joven que llega a nuestro salón de clase. L@s maestr@s tienen la misión de brindar el mundo de los saberes a sus estudiantes y la gran responsabilidad de ofrecer estudiantes bien preparados para hacer frente a los retos del mundo actual. Este 15 de mayo debe ser de sincero reconocimiento y de valorar en su justa dimensión todo el esfuerzo y dedicación que efectúan l@s maestr@s. Nuestra forma de hablar, de hacer, de interactuar, de ser, dejan huellas en nuestros estudiantes; más que simples recuerdos, dejan aprendizajes que al final, con o sin resistencia, aplican en su cotidianidad familiar, social, laboral. Va un aplauso y mi más sincero reconocimiento a mis maestr@s, a mis amig@s y compañer@s con los que comparto esta apasionante labor.

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