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La autoestima verdadera es una evaluación crítica de sí mismo y no un mero amor hacia el propio yo como fin último y supremo.

La valoración positiva de sí permite estabilidad en la identidad de las personas y así es posible dedicarse no solo a uno mismo, sino también a lo que está más allá del propio yo, como causas solidarias y humanitarias, que resultan en BIEN COMÚN.

A través de una serie de preguntas que uno mismo se hace ante la realidad que nos circunda, poco a poco vamos encontrando y madurando respuestas. Así, por una parte, surge la fuerza motivadora de las intenciones conscientes y los valores a los que nos adherimos y trascendemos. 

Desde esta perspectiva, la autoestima y la imagen de sí se irán fortaleciendo en la medida que son coherentes con las causas en las que la persona se involucra.

La imagen de sí se desarrolla desde el nacimiento y va progresando en la interacción con los demás. Es en la adolescencia, una etapa frágil, inestable y de profunda búsqueda personal, cuando se forma y consolida la noción de sí mismo y cuando las personas cuestionan su identidad sexual con el ansia de definirse.

El llamado sentido de pertenencia se da en la interacción y la relación entre la identidad personal y la identidad social que es muy estrecha y que tiene una fuerte carga afectiva y emocional.

Las figuras claves, tales como el padre, la madre, educadores, asesores, guías espirituales, orientadores, etc., influyen con sus valores e ideales, con su presencia o ausencia, con sus conflictos, sus exigencias y ambigüedades, con sus cargas emocionales y afectivas.

La autoestima es en realidad muy dinámica. Se construye día a día y es en la interacción, en el estilo de comunicación interpersonal, donde se va formando la imagen y la idea que se tiene de sí mismo: el autoconcepto, del cual se deriva la autoestima, por lo que ésta llega a ser una “convicción”, una idea fuerte que se asocia a la propia identidad.

Para Burns (psicólogo) “las personas son más felices, más productivas, más efectivas y más equilibradas cuando se evalúan a sí mismas en forma positiva”.

Por lo que concluimos que la autoestima es la convicción de que se es competente, que se tiene valor y que se es una persona valiosa para los demás, generando fuerzas y energías para actuar, para lograr metas desafiantes y luchar por ideales nobles.

A. Cencini (psicólogo) afirma que “mientras la identidad es un concepto, una idea, la estima de sí es una experiencia, una necesidad natural, central, que sin ella es difícil vivir, quizás imposible”.
¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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