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Gustarse, quererse, es abrir los horizontes afectivos, es arriesgarse para aumentar las probabilidades de conocer y relacionarse con otras personas. La verdad es que nadie puede dejar de gustarse, de “caerse bien”, si se abre con cuidado y con afecto. La verdadera “seguridad” en uno mismo es fugaz y puede destruirse fácilmente por uno, más que por algo o alguien del mundo exterior. En el intradiálogo muchas veces saboteamos el propio autoconcepto e imagen.

Nos calificamos con el “no soy capaz…” y cada vez que lo repetimos se confirma la propia inseguridad. 

Todos necesitamos ser amados, sin embargo, a veces damos la impresión contraria. No somos capaces de expresar y comunicar sentimientos y deseos por la falsa creencia de que es mejor no demostrarlos y mucho menos hablar de ellos.

Muchas veces los resentimientos, por alguna experiencia desafortunada, anidan en nuestro interior y preferimos aislarnos y, al no saber amarnos, no podemos animar a otros a que nos conozcan y mucho menos a que nos amen.
Cuando aprendemos a apreciarnos, aprendemos también que somos dignos de ser amados y que sí podemos inspirar amor, tener mejores relaciones y conservarlas.

La autocompasión es veneno que mata. Se vive con desesperanza y en un conformismo sin poder encontrar la salida a una vida de calidad. Nos resistimos a pagar el costo de la propia superación.

Si algo de mi persona no me gusta y puedo modificarlo, ¡manos a la obra! Y si no está en mí cambiarlo… lo acepto, sabiendo que, en todo, siempre hay algo bueno y bello.

Hay que empeñarnos en lucir mejor físicamente, sin descuidar el intelecto, promoviendo buenos sentimientos, fortaleciendo el carácter y, por ende, siendo mejores personas.

La falta de educación coloca a las personas en seria desventaja sin percatarse, muchas veces, de que la juventud y la belleza física se desvanecen con el tiempo y que de poco servirán esos atributos en un mundo donde el conocimiento y el desarrollo de la inteligencia son determinantes.

Si creemos que la felicidad y la satisfacción personal están en las posesiones únicamente, en acumular bienes materiales, en lo que está fuera de nosotros mismos, seguimos un camino equivocado; es una pérdida de tiempo porque buscamos afuera haciendo a un lado nuestra persona, que es la mejor alternativa para tener una buena vida y disfrutarla.

Al vivir de dentro hacia afuera y viceversa con inteligencia y voluntad, encontraremos los recursos para una vida plena, equilibrada, llena de satisfacciones que nadie nos las puede robar porque son solo nuestras.
¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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