|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Ser transparente permite ver lo que yo soy

La credibilidad, en mi caso, no quiere decir que los demás crean lo que digo, sino que noten que yo creo en lo que digo. No pretendo convencer a nadie, sino que sepan que estoy convencida de lo que expreso. No se trata de probar nada ni de confrontar actitudes ni demostrar “soluciones”; sólo se trata de exponer.

Hay quienes explican ideas y conceptos con claridad, con fuerza y elegancia. Ideas que no son suyas (“no hay nada nuevo bajo el sol”), pero con una superficialidad evidente, no las han hecho suyas, sin experiencia de vida. Hay quienes exponen ideas con convicción por experiencia propia y compromiso interno, con vivencia íntima y personal. De eso se trata. Que cuando yo comparta no esté repitiendo sólo lo que he leído o estudiado que es pura teoría. Sino que sea, realmente, lo que he experienciado y tiene una convicción propia. Que a los demás les parezca o no, pero que acepten el hecho de que pienso y siento lo que expreso.

Esa es la credibilidad que viene de la transparencia. Cuando soy transparente soy yo, y cuando soy yo, soy creíble. Se nota que las palabras son mías porque salen de mis vivencias y la convicción es mía. Puedo tener razón o estar equivocada, caer en la exageración o el prejuicio; seré justa o injusta, pues como ser humano soy falible, limitada e imperfecta, pero recuerda: soy yo quien siente, piensa, expresa. Eso es lo que me satisface y procuro continuamente.

Creo que lo anterior es necesario y, para mí, es la gran necesidad del individuo de hoy. Se está perdiendo credibilidad y eso me incomoda y entristece. Aumenta la distancia entre lo que se dice y lo que se practica; entre noticias oficiales y lo que realmente está aconteciendo, entre lo que pasa y lo que se necesita. Se pierde o se debilita el contacto vital entre las personas. Como que ya a nada ni a nadie se toma en serio.

La mayoría necesitamos, pedimos credibilidad antes de hacer algo. Ese es el gran peligro. De esa consideración impuesta por los hechos nace la URGENCIA personal de ser honestos y buscar la credibilidad para acortar distancias entre autoridades y ciudadanos. A todos nos importa.

Si cuando no sé, digo que no sé, cuando diga algo que sí sé, me darán crédito y sabrán que sí lo sé. Si quiero aparecer como sabelotodo e invento para quedar “bien” o manipular, acabaré por no saber nada y, lo que es peor, NADIE se fiará de mí en nada y para nada. Si me equivoco y caigo en cuenta, lo digo y eso me hace más de fiar.

El precio de la credibilidad es la vulnerabilidad. Puedo equivocarme y me equivoco de hecho y lo acepto, y esto me da más credibilidad.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

Lo más leído

skeleton





skeleton