Enfoque y atención
El poder de la pluma
Observa tus pensamientos. Separa los valiosos de los negativos y deja sólo los valiosos.- C.G. Jung, psicólogo
Donde centramos nuestra atención se dirigen nuestros pensamientos con más frecuencia e interés y se genera energía en esa dirección: positiva o negativa.
Si nuestra mente piensa demasiado sobre ciertas situaciones y sucesos de forma innecesaria, la atención se enfoca en obstáculos, en problemas, desgracias, etc. Al prestar más atención a las dificultades, alimentamos esos pensamientos con nuestra atención atrayendo esas situaciones por la cantidad de energía que les dedicamos, haciendo una montaña de lo que no lo era. Al cambiar a una actitud positiva no se transforma la situación de inmediato sino que con este cambio interno tenemos más energía, claridad y determinación para afrontar y encontrar lo mejor.
Al centrarnos en buscar la salida a las dificultades con una actitud positiva y entusiasta atraemos energía positiva y nos ayuda a salir adelante; ejemplo: al centrar la atención en los defectos y debilidades de las personas, les transmitimos energía a esas debilidades fortaleciéndolas tanto en el otro como en nosotros. Por el contrario, al dirigir nuestra atención hacia alguna cualidad y aspecto positivo de los demás, las reforzamos y ayudamos a que la persona las exprese. Nuestra personalidad está formada por valores, creencias y hábitos. Podemos enfocar nuestra energía a rasgos de personalidad que queremos tener y aquel valor o cualidad se manifestará en nosotros. Cuanto más control tengamos sobre nosotros mismos seremos más felices y libres.
Nos molestamos con otras personas cuando no han llenado nuestras expectativas o al querer controlarlas no se han dejado. Nos sentimos frustrados y estresados. Queremos controlar el tiempo, la naturaleza, el tráfico, etc. Son creencias de omnipotencia. Lo que sí podemos manejar y tener cierto control es sobre nuestro ser, siendo más conscientes y responsables de nuestros pensamientos, acciones y sentimientos. Tenemos la capacidad de elegir respuestas ante diferentes situaciones y personas que se cruzan en nuestra vida. Si no ejercemos este control o lo ejercemos muy poco, fácilmente nos creemos “víctimas” culpando y haciendo responsables a otros de lo que nos pasa. Olvidamos que somos los creadores de nuestro destino. Al culpar, entregamos el manejo y control de nuestros pensamientos y actitudes a quienes nos critican, atacan o difaman.
Si queremos recuperar las riendas de nuestra vida hay que aprender a observar y controlar nuestros pensamientos, acciones y sentimientos sin culpar a nadie. Cuanto más autocontrol tengamos, menos desearemos controlar a los demás y nuestra capacidad de vivir mejor e influir positivamente en otras personas será mayor. ¡Todos ganamos!
¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.