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Lo importante es el concepto y valoración que uno tiene de sí mismo, no los que los demás tienen de uno.- Anónimo

Hay puntos dañinos que podemos evitar para lograr el éxito personal para una vida plena y satisfactoria en armonía, equilibrio y paz interior.

A veces, aun sabiendo que somos únicos, compararnos se ha hecho una mala costumbre. Cada uno de nosotros tiene un ritmo biológico diferente y cada quien sigue su camino por la vida, a su propio ritmo, creciendo y aprendiendo en y de diferentes maneras, circunstancias y situaciones.

Al compararnos con otros puede surgir la envidia que muestra una insatisfacción por sentirse inferior a los demás. Es distinto el sentimiento de admiración por alguien que destaca y alcanza sus metas. En cambio, con la envidia se sufre, se destruye uno mismo y daña las relaciones interpersonales. La envidia se evita reconociendo la valía personal, desarrollando con esfuerzo y constancia las potencialidades que siempre tenemos en nuestro interior. Se puede fortalecer la autoestima y evitar rivalizar con otros, dejar de engancharse a pensamientos que no nos benefician y sí perjudican.

Seamos optimistas y reconozcamos los aspectos positivos de nosotros mismos. Aprendamos tanto de los éxitos como de lo que no salió tan bien para mejorarlo y disfrutar los logros y avances en lo que planeamos. ¡Sí se puede!. Al observar con atención a otras personas distinguiremos maneras, características y situaciones diferentes a las nuestras; reconozcamos lo que hemos conseguido. Cuando nos afecta ver que a otros les va bien y a nosotros no, es por alguna inseguridad personal.

La armonía en el ser humano se cultiva al aprender a ser uno mismo y a valorar los dones y carismas que el Creador nos regaló. Arthur Schopenhauer (filósofo alemán) dice que “la envidia en los hombres muestra cuán desdichados se sienten por su constante atención a lo que hacen y dejan de hacer los demás sin ver los logros y posibilidades propios”. Una manera efectiva para no caer en la envidia, tan destructiva, es la práctica de la tolerancia que es: aprender a manejar las diferencias y fricciones externas e internas. Aceptarse y reconocerse tal como se es y entender que todos somos diferentes, en lugar de juzgar, descalificar o sobrevalorar las formas de pensar y de actuar de otros. Hay que revisar con honestidad qué nos “duele” de lo que tienen o logran los demás para reconciliarnos con nosotros mismos, reconociendo y admirando nuestras capacidades para utilizarlas.

La armonía, el equilibrio y la paz interior de uno mismo están en relación directa con nuestro grado de tolerancia y esfuerzo personal, así como el reconocimiento de nuestra grandeza como personas.

¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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