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¡Feliz Navidad!

Es libre quien tiene una apertura hacia el mundo y hacia los demás. Permite el encuentro con otros de manera consciente y con una actitud de SEÑORÍO ante situaciones y personas. Es un estado de AUTONOMÍA que es la capacidad de ser uno mismo. Tener apertura (estar abierto) es dejar “espacio” suficiente a las diferentes posibilidades de conducta ante diversas situaciones. El encuentro consciente con el mundo y con los otros es un acto voluntario. La persona no actúa ciegamente por impulsos o estados de ánimo. El señorío es percibir con claridad que lo exterior a uno NO es lo que determina la propia conducta. La libertad en el actuar está en la capacidad de decidir: qué hacer, por qué, cómo y con qué.

La libertad personal es la autonomía frente a condicionamientos interiores o exteriores. La libertad exterior no garantiza la libertad interior. En los “países libres” existen personas esclavizadas por adicciones, amarguras, resentimientos, odios, etc. Cuando no hay libertad exterior por diversas causas nada impide que haya individuos que viven en libertad interior. Es la autonomía frente a las presiones que se dan en el interior de uno. Quien es interiormente libre sabe que la libertad absoluta, como total independencia, no existe porque tenemos un temperamento, una historia personal, una cultura, una ubicación en espacio-tiempo, relaciones con otros seres humanos y las interacciones ambientales. Todo esto no depende de la voluntad personal y hay que aceptarlo con realismo, ya que, nos guste o no, continuará existiendo. No gastemos inútilmente energía quejándonos del propio temperamento o del pasado. Las quejas no resuelven NADA, sólo hacen sufrir. Tampoco amargarnos la existencia renegando del lugar donde se está ni de la época que se vive; reconocer que los demás tienen derecho a ser distintos a uno; no nos autoengañemos ante los propios errores y fracasos, para no quedar aprisionados en lamentos y en echar culpas a la mala suerte, a otros o al destino, para justificar nuestra falta de responsabilidad o de previsión al respecto.

Es importante ser fiel a la verdad y por eso aceptar que NADIE tiene la verdad absoluta. Estar “abiertos” a otros puntos de vista. Esa conducta parte de una auténtica libertad interior que puede llevar a cambios de acción, a veces drásticos, para el fin que se propone. El señorío de nuestra persona nos hace capaces de amar, no descalificar y no dañar a otros. La expresión máxima de la libertad en el ser y en el hacer está en la decisión de DAR sin ningún interés o manipulación.

Amar a las personas por lo que son, NUNCA utilizarlas para conveniencia personal. La libertad interior es una conducta consciente y motivadora y atrae lo mejor en la vida de quien la practica. ¡Ánimo!, hay que aprender a vivir.

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