La lección del huracán Isidore en 2002
El poder de la pluma
Tras el paso del huracán del siglo, Gilberto, poco a poco la población peninsular se fue relajando, ya que después de 1988 ningún huracán intenso había afectado a la Península de Yucatán hasta que llegó 2002, durante el cual teníamos la presencia del fenómeno meteorológico de El Niño y cuando este fenómeno está presente la posibilidad de formación de ciclones tropicales disminuye, así como las lluvias. De modo que era un año supuestamente tranquilo en lo que se refiere a estos fenómenos.
Gilberto era cosa del pasado y había que olvidarlo, fue algo que sucedió y ya la población había bajado la guardia en la cultura de la prevención; en ese entonces, recién llegado un servidor de Pensacola, Florida, EU, retomo el centro meteorológico de la Facultad de Ingeniería e instalo por primera vez en Yucatán una estación meteorológica automática que nos iba a proporcionar datos en tiempo real de todos los parámetros climatológicos, como son: temperatura ambiente, punto de rocío, humedad relativa, sensación térmica, velocidad del viento, presión atmosférica, precipitación acumulada; una información muy valiosa que se puso de inmediato al servicio de la comunidad, y además traigo una estación móvil que permitía medir temperatura ambiente, velocidad del viento y presión atmosférica y dos sensores portátiles de temperatura y presión atmosférica, todo eso con el fin de realizar mediciones de las variables meteorológicas en alguna zona en especial.
Toda una novedad meteorológica en aquel momento y qué me iba a imaginar que todo este instrumental que traje me serviría más adelante; llegó la temporada de ciclones tropicales 2002 y la población, como ya se había hecho costumbre, relajada y sin hacer preparativos. Se decía: es una temporada más y lo sucedido con Gilberto ya en el lejano 1988 no volverá a pasar sino hasta dentro de 50 años. Las autoridades de protección civil en aquel entonces comenzaron con sus previsiones como correspondía a una temporada de ciclones tropicales.
Llega la segunda quincena de septiembre para ser exactos y se forma la tormenta tropical Isidore, que después se convertiría en huracán y se dirige a la isla de Jamaica, punto importante para la Península de Yucatán porque si un ciclón pasa sobre ella o un poco al sur seguramente nos afectará, pero resulta que Isidore pasa al norte y también resulta que era muy errático en su movimiento de traslación y todo indicaba que se dirigiría hacia la parte oeste de Cuba o al Canal de Yucatán, según los modelos matemáticos de predicción.
Pero Isidore no estaba siguiendo en un porcentaje alto lo que marcaban los modelos matemáticos, sino seguía con su movimiento errático y acercándose al norte de la Península, aunque de momento tomó rumbo al canal de Yucatán y al cruzarlo en vez de seguir con dirección noroeste, como marcaban los modelos matemáticos, viró bruscamente al oeste muy cerca de la costa noreste primero y norte después y pasó a ser una amenaza real para toda la zona norte.
Seguiremos este relato la otra semana.