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Se va rápido este año y ya estamos en el segundo semestre. Es bueno que analicemos lo que ha pasado hasta el momento: de entrada, un primer semestre muy intenso meteorológicamente hablando, con el fin de una gran sequía de dos años y medio y con un mayo que ha sido de los más lluviosos de los últimos años. Empezando la temporada de huracanes nos afecta Cristóbal, que con un solo componente, las lluvias, provoca inundaciones jamás vistas en estas tierras, ni cuando llegó Isidore en 2002, que causaron un sinnúmero de daños, cultivos perdidos, viviendas que, aunque no se cuartearon como querían los visores del Fonden, han quedado ya sentidas sus paredes y techos y no por falta de mantenimiento, sino por el exceso de humedad y estar mucho tiempo bajo el agua.

También hubo una elevación del nivel freático jamás vista en tiempos contemporáneos en nuestro estado y en Campeche y Quintana Roo. Me han preguntado cuándo bajará el agua y la respuesta es que hasta que descienda el nivel del líquido subterráneo en la próxima sequía; ni le busquen, y lentamente.

Lo peor, lo que tanto habíamos recalcado, es la desinformación que fue más dañina que la afectación de la tormenta, volvimos a caer en el engaño y la mentira de los sensacionalistas y los amarillistas de las redes sociales y hacíamos eco de ello y lo propagábamos y además no sabíamos leer los boletines meteorológicos; tan es así que ni siquiera nos fijábamos de las fechas de emisión y los que querían ayudar propagaban falsas noticias.

Estamos teniendo una de las mejores temporadas de lluvias en muchos años, con vientos de agua y turbonadas que han provocado daño a la infraestructura y puesto en peligro la vida de los yucatecos, tardes de lluvia tras lluvia de norte a sur y de este a oeste parejo en todo el estado. También ya tuvimos una tormenta de polvo de Sahara que, de acuerdo con expertos de la Universidad de Puerto Rico, ha sido la más severa en el Caribe en los últimos cincuenta años, pero más severo fue el escándalo que generaron las falsas noticias de profetas del desastre que pronosticaban que este fenómeno acabaría con los yucatecos, cuando estas tormentas de polvo no son nuevas, pues desde hace siglos las padecemos y los estudios de sus efectos están todavía en desarrollo y por lo tanto se desconoce el impacto en la salud, pero otra vez a darle vuelo los sensacionalistas y amarillistas de las redes sociales y otra vez a caer en su juego y ayudando a propagar falsas noticias.

Se va un mes de junio histórico para Yucatán, ya ha escrito su nombre en la historia, con la afectación temprana de un ciclón tropical que produjo severos daños como lo hicieron en su momento Gilberto e Isidore, con su acumulado de lluvias que superó al mes más lluvioso de todos los tiempos hasta ahora, que había sido septiembre de 2002. Vamos a julio con la incertidumbre de qué nos espera en el segundo semestre, sobre todo que se ha dicho que será una temporada activa de ciclones tropicales. Viene luego septiembre, el mes de los huracanes.

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