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Ya han pasado 32 años de aquel 14 de septiembre de 1988 en que la península de Yucatán padeció el embate del que fue el peor huracán de su historia, algo que no se esperaba por aquellos años, ya que había pasado muchísimo tiempo sin que llegara a la zona un ciclón muy poderoso. Tanto era el tiempo que ya había pasado desde 1966 y 1967, con los huracanes Inés y Beulah, que las costas yucatecas vivían la bonanza de crecimiento desde Telchac Puerto hasta Chuburná Puerto y en la costa este el proyecto turístico por excelencia del Caribe mexicano, Cancún, pasaba por uno de sus mejores momentos como centro turístico diseñado para visitantes de alto poder adquisitivo que eran los que en aquella época podían llegar a sus bellas playas.

Sólo había habido un susto en el año de 1980, cuando el poderoso huracán Allen amenazó a ese centro turístico, aunque a última hora se desvió al canal de Yucatán; en Yucatán igual seguían los proyectos: un gran hotel en la zona de Progreso, a la entrada del Puerto de Abrigo de Yucalpetén y en la zona de Telchac nacía una pequeña Riviera yucateca con hoteles en la orilla de la playa.

Todo parecía estar centrado en un dicho falso, una leyenda urbana, de que las tierras del Mayab no volverían a ser afectadas por ciclones tropicales de gran poderío, que eran cosas del pasado y que se contarían de generación en generación. Los planes seguían viento y popa, pero llegó el año de 1988 y se pensaba que la temporada de huracanes iba a ser una más sin nada de qué preocuparse. Entonces, a principios de septiembre, se desarrolló en el océano Atlántico una tormenta tropical a la cual le pusieron el nombre de Gilberto. Al entrar al mar Caribe el rumbo este que llevaba no despertó sospechas en la península de Yucatán. Los meteorólogos de aquella época vieron con asombro que rápidamente pasó a huracán y su desarrollo era increíble a tal grado que cuando amenazaba a la isla de Jamaica ya era intenso, categoría 3, y Jamaica es un punto importante para definir una posible afrectación a la península.

Seguía el exceso de confianza, incluso cuando cruzó la isla de Jamaica y se enfiló hacia la península de Yucatán como huracán categoría 4 todos pensaban que se desviaría, como sucedió con Allen años atrás, y no se tomaron las prevenciones adecuadas en ningún lado de la región; no fue sino hasta la tarde del 13 de septiembre cuando alcanzó las islas de Gran Caimán que se tuvo que dar la primera alerta casi por si las moscas, pero entrando la noche Gilberto se convirtió en el peor huracán de la historia del Atlántico al alcanzar la categoría 5 con vientos sostenidos de 290 km/h y rachas mayores y se enfilaba inevitablemente para atacar de frente y de lleno a las grandes y modernas instalaciones turísticas del Caribe mexicano. Después seguiría hacia Yucatán, en donde por aquellas épocas era incipiente la cultura de la prevención de huracanes. Lo ocurrido nunca se olvidará.

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