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Ya está madura la temporada de ciclones tropicales, estamos en el penúltimo mes de esta que ha sido intensa en el el Atlántico y golfo de México. Resulta que, cuando pensábamos que ya casi la habíamos librado -digo casi porque la tormenta Cristóbal nos hizo pasarla mal en junio- llega Gamma y nos produce muchísimo daño en las zonas oriente y noreste del estado; lo peor: se estaciona cerca de Río Lagartos en el mar y nos tiene en ascuas porque no sabemos qué va a suceder; no hace caso a los modelos matemáticos y la razón es que al salir al golfo de México tuvo dos problemas: el primero, fue enganchado por la masa de aire frío que estaba en el mar y no la soltaba, y segundo, aire cortante que venía del suroeste le impedía crecer y desarrollarse y se empezó a debilitar.

Los modelos matemáticos insistían en que no moriría y que vendría hacia el oeste y suroeste y amenazaba con golpear la zona de Progreso y extinguirse cerca de Mérida, algo que iba a ser inédito para la historia de Yucatán en los tiempos contemporáneos, aunque al final no sucedió nada de eso, se logró safar de la masa de aire frío pero cuando quiso retomar su rumbo al disminuir la intensidad del viento cortante, estaba ya muy cerca de la costa noreste del estado en horas de la noche del lunes. Entonces el Centro Nacional de Huracanes la declaró remanente de baja presión, pero no acabó ahí la historia; ya sin ataduras los remanentes formaron potentes tormentas eléctricas que estuvieron afectando a buena parte de Yucatán, incluso a Mérida, toda la noche, madrugada y casi todo el martes.

Una vez que se acabó, a prepararse para Delta, el ciclón tropical No. 25 con nombre, que, en los momentos de escribir este comentario, es una seria y peligrosa amenaza para la península de Yucatán, en particular para las zonas centro y norte de Quintana Roo y oriente y noreste de Yucatán. En esta última parte las heridas aún no sanan y ya tenemos la amenaza del poderoso huracán Delta que, según modelos, se desplazaba poco a poco más al oeste, amenazando con causar aún más daños a la península, intensificándose y amenazando con ser un catastrófico huracán intenso, algo que no ocurría en la península desde 2007, cuando Dean nos azotó en agosto.

Como se dice, no hay plazo que no se cumpla y después de 18 años a vivir la experiencia del golpe de un huracán intenso, que sería para las elegantes y modernas instalaciones turísticas del Caribe mexicano el tercer ciclón intenso de los últimos 32 años. Quién se iba a imaginar esto en 1980, cuando ese centro turístico se salvó del poderoso Allen. Se manejó la idea de que a Cancún ya no lo golpearían los huracanes poderosos y el boom en esos años del turismo de alto poder adquisitivo seguía viento en popa hasta que llegó Gilberto en 1988 y se acabó ese sueño, aunque gracias a ello los turistas mexicanos de clase media pudimos ir a ese bello lugar con los paquetes económicos todo incluido.

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