¡Uay!, da miedo
El poder de la pluma
Hay cosas que las oye uno y no da crédito. Se niega uno a pensar que haya gente capaz de plantear semejantes despropósitos. Por ejemplo, lo que informaron la semana pasada el “coordinador del proyecto del Tren Maya”, Aarón Rosado Castillo, sobre La Plancha, y su jefe, el titular de Fonatur reciclado en proyectista de ese ferrocarril que (casi estoy seguro) nunca se va a hacer, Rogelio Jiménez Pons, de reubicar el aeropuerto de Mérida “más al sur”.
Vamos por partes:
1. En los terrenos de La Plancha hay un proyecto en marcha que lo convertiría en un corredor cultural, ecológico y tecnológico de primer orden y haría de esa zona un emporio verde (un parque de verdad, como decía el finando Humberto Sauri Duch y no los jardincitos que hoy existen en diversos puntos de la ciudad). La Universidad de las Artes (hoy Escuela Superior de Artes de Yucatán) sería uno de los ejes del proyecto cultural y tendría ahí su sede (ya funciona en la antigua Estación Central y sería una barbaridad que la desalojaran). La UNAM tiene también importantes planes para los espacios que ya le han transferido.
Afortunadamente aún hay ciudadanos comprometidos con Mérida que –en vista de que la autoridad no lo hace- han hablado con fuerza y claridad y han dicho que van a defender ese proyecto cueste lo que cueste. Los meridanos no debemos solo aplaudirles, sino sumarnos con vigor y sin claudicaciones a esa defensa. Tenemos un líder sin duda, don Félix Rubio Villanueva. No podemos dejarlo solo.
Además, por mínima congruencia y salud urbana, debemos oponernos a que el tren entre de nuevo a la ciudad, ya que todos sabemos los riesgos que eso conlleva y los problemas que genera. ¡Atió!, en que cabeza cabe.
2. Respecto a la pretendida reubicación del aeropuerto –otro de los sueños de mota de la Cuarta Transformación, que incluyen la planta eléctrica que el jefe de todos los creadores de proyectos de saliva ofreció para Yucatán con su dotación más que suficiente de gas natural-, creo que no vale la pena ni siquiera comentarla. Solo de imaginar lo que costaría esa obra uno se da cuenta de que no hay modo de hacerla.
¿De dónde va a sacar el señor Jiménez Pons dinero si estamos asistiendo con espanto a las rebajas que las calificadoras hacen de la economía nacional y en los grandes mercados se ríen de nosotros o viran a ver a otro lado cuando se habla de créditos para México? No han entendido que, aunque no nos guste, vivimos en una economía mundial de mercado y con sus reglas tenemos que jugar porque no hay forma de que con solo los ahorros del combate a la corrupción se puedan hacer las grandes obras de infraestructura.
Vivimos en un mundo de fantasía y los segundos del jefe ya se han contagiado. ¡Uay!, da miedo.