|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Tiempo, una palabra tan abstracta pero ambiguamente palpable. Algo de lo que no se puede ni debe escapar, y que tampoco podemos detener. Al transcurrir se convierte en un pequeño grano de arena, tan insignificante e invisible, pero completamente perfecto, formando un gran engranaje. Resulta sumamente efímero al igual que el rayo en la tormenta, pero tan poderoso, que se da a notar por su estruendo y la magnitud de su brillo. Uno de los mayores consejeros de vida, pues nos toma de la mano desde pequeños y nos enseña lecciones hasta el último día de la permanencia en éste paisaje llamado mundo. 

Es de valor saber que la importancia no radica en la cantidad sino en la calidad de cada instante aprovechado y gratamente consumido. Es aquí donde podemos darnos cuenta que se implementa incluso como un arma en el porvenir, ya que su fortaleza permite arraigar las cosas más bellas y cicatrizadas con raíces fuertes por dentro, así como también borrar todo lo malo, el pasado que fue plomo para nuestros pies, y al mismo tiempo, se nos brinda la habilidad de abandonar lo que no fue. Y es que, en el misticismo de cada huella impregnada, se dibujan hacia el fondo aquellas sonrisas con sus amados ecos que retumban en el interior con sus dulces palabras; todo ello formado que parece desvanecerse como humo hacia la inmensidad, a lo eterno y sublime que en alguna ocasión se derivó del inquietante ritmo de nuestro corazón.

En la parte más profunda de lo humano, se alberga un miedo sin duda incontrolable por el hecho de no poder tener una oportunidad más, el hecho de ser incapaces de sentir un minuto y no poder respirar en un segundo, y, cual velo que recubre la oscura noche, llega la idea del fin irremediable que nos obsesiona cada día y nos impide continuar con lo siguiente. Buscamos la perpetuidad de todo como si la vida fuera tan fuerte al igual que una roca, y en cambio no se entiende que ésta termina siendo tan frágil como el pétalo que lentamente cae de la flor que una vez culminado su deber, día a día comienza a marchitarse. 

Lleno de abismos y de razones desconocidas, de historia pero también de pasión, constituye uno de los tesoros más preciados de cada ser que seguirá caminando sin dar tregua alguna, y el día menos esperado, nos abandonará y emprenderemos un viaje sin retorno, sin embargo, él permanecerá entre los que más amamos, quienes nos conocieron y a quienes ayudamos. Entonces, surgirá algo nuevo, la renovación de la mente de un ciclo constante en la existencia humana. Por ello, no hay que preguntarse cuándo sino buscar una explicación al por qué y para qué haciendo que ésta joya anhelada sea sublime al paso lento, convirtiéndose en belleza al igual que el sol de la alborada, fundiéndose por siempre como el beso más dulce que al espíritu haya tocado. No hay deudas, sólo agradecimientos por el tránsito en el derrotero; porque somos nada y somos todo, porque somos tiempo.

Lo más leído

skeleton





skeleton