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La humanidad entera se encuentra situada en una época en la que, sin duda alguna, las emociones personales y sentimientos se encuentran a flor de piel de manera exponencial. Es parte de nuestra composición: pensar, sentir y externar. Aquí aparece un punto clave que constituye el sello que llega a marcar la vida de quienes se encuentran a nuestro alrededor: la expresión. Sin ahondar en polémicas, no se hace referencia a las formas gramaticales sino al modo de actuar, que en infinitas ocasiones crea lagunas difíciles de comprender. 

No hay duda que conforme se va dando el desarrollo humano, la experiencia y conocimiento se hacen presentes y son las mismas que ayudan a formar un propio criterio. Sin embargo, inicia la creación de una delgada línea entre lo que se dice y se hace, es decir, entre lo que se predica y se lleva a la práctica; a ello se le puede denominar congruencia que, dependiendo de nosotros, puede llegar a pender de un hilo y, en algún punto exacto, tarde o temprano logra desenmascarar la absoluta realidad del ser, y por tanto, vale más el mantenerse alerta para evitar salir afectado. 

Jugando a las apariencias se presentan las máscaras que suelen usarse hábilmente a conveniencia dependiendo de lo que se pretenda proyectar y hacia quiénes va dirigida dicha impresión. Ésta no sería una habilidad positiva, pues quienes realmente poseen cierta pureza de corazón, serán capaces de ser transparentes y de una sola forma de conducirse tanto en los buenos como en los malos momentos.

Se dice que no todo aquello que brilla es oro y por ello, no cualquier sonrisa denota sinceridad ni tampoco cualquier mano extendida representa ayuda y, es ese momento, cuando las malas intenciones aparecen, pues quien con franqueza se desenvuelve, no recurre a la imposición egoísta de sus ideas sin respetar las ajenas; no descalifica a la espalda del otro y ensalza al mismo al ojo público y tampoco omite a conveniencia ni actúa bajo la sombra tratando de justificar lo que se hace, pues en el panorama de la verdad se le denomina intolerancia, hipocresía y mentira. Éstos simplemente son elementos que manchan egoístamente el alma y opacan el transitar de los demás. 

Así que por favor sea claro; que no se pregone amor cuando se disfrute sembrar odio en contra de los demás; no se trate de proyectar honestidad o perfección cuando se conduzca en lo oculto, y mucho menos, se viva de las apariencias o el qué dirán, pues la infelicidad, inseguridad y el egoísmo son reflejo de dichas acciones. Por ello, recuerde nunca apagar el candor de los corazones y menos jugar con tiempos ajenos; no genere falsas expectativas y acciones sin cumplir; sea franco con lo que se quiere, porque existen pérdidas irreparables en el transcurso ya que caretas hay muchas, pero espíritus que sean capaces de brindarle un panorama de calma generando un rayo de luz, son muy pocos, y se perciben con la bondad que, sin límite, emerge de lo más profundo tocando en el ente la belleza de su creación. 

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