De la danza ritual a la vaquería (y II)

Miguel Güémez Pineda: De la danza ritual a la vaquería (y II)

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Los mayas peninsulares siguieron practicando bailes y danzas a sus deidades hasta ya entrado el periodo colonial (siglos XVI y XVII),y a pesar de la oposición de los clérigos; incluso aquellos que se consideraban catequizados, continuaron abiertamente con sus antiguos usos y costumbres. Con el paso del tiempo, estas expresiones dancísticas y musicales coexistirían y se influenciarían de los bailes y música traídos por los españoles.

Landa refiere en su Relación una danza dedicada a la deidad Yaxcocahmut en la que los danzantes llevaban zancos, ofrecían cabezas de pavo, pan y bebidas de maíz, y también se sacrificaban pequeños perros. Más adelante, estas celebraciones paganas fueron transformadas y ejecutadas en honor a santos y vírgenes de la iglesia católica.

El Calepino maya de Motul, escrito entre fines del siglo XVI y principios del XVII atribuido al fraile Antonio de Ciudad Real, refiere varios tipos de bailes y danzas. Cita uno practicado por negros, quizá esclavos traídos a la Península, que fue llamado box ok’ot (Lit. “baile negro”). Quizá el único baile con un toque africano sea la guaranducha que se baila en Campeche que adopta el ritmo de la jarana de 6x8 con un guachapeo de la comparsa de influencia negra. El Calepino también menciona una danza prehispánica conocida de manera peyorativa como ix-toolil (castellanizado como xtoles) y define como “baile de los indios moharraches”, que perduró hasta ya entrado el siglo XX.

Otro baile surgido a fines de la colonia española es el ok’ostah pool (Lit. “baile de la cabeza”) que simboliza la venta de un cochino para ofrecer a un santo. En Yucatán se realiza para regocijo de la gente, aunque hay regiones de Quintana Roo donde este baile reviste solemnidad y espíritu religioso.

Antonio de Ciudad Real dice que a partir del siglo XVII en las poblaciones se comenzaron a construir enramadas o corredores techados, conocidos como popol-nah, destinados a enseñar o realizar bailes, tertulias y asambleas. Más tarde, estas actividades se llevarían a cabo en los bajos de los palacios y comisarías municipales.

Con la introducción del ganado vacuno y expansión de la ganadería a fines del siglo XVIII, surge la vaquería, celebración que se hacía con motivo de hierra de las vacadas en las haciendas; aunque la consolidación de la ganadería y la propagación de las vaquerías, sin hierra del ganado, se da en el siglo XIX, pero ya como parte esencial de las fiestas patronales.

La celebración de la vaquería adquirió distintos sentidos en la Península, no todas se hacen como un acto de regocijo popular. Alfonso Villa Rojas (1945) observó que en Tuzik, en la zona central de Quintana Roo, se practicaba con cierta solemnidad y devoción en la que los danzantes se separan por sexo en dos filas, sin tocarse ni mirarse. Las mujeres bailaban muy serias, con cierta lentitud y poca gracia en sus movimientos. Guarda mucha similitud con la vaquería dedicada a la Santa Cruz en Xocén, al oriente de Yucatán, en la que participan trece jóvenes mujeres o “vaqueras” ataviadas con terno y sombrero arreglado con cintas multicolores.

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