Dos Méxicos

¿Cómo reconciliar al Yucatán de cifras históricas con sus trabajadores?

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Nuestra historia comienza con dos adolescentes, Tenoch y Julio. El primero de familia adinerada, el segundo de clase media; cuentan con tiempo libre durante el verano. En una boda conocen a Luisa, diez años mayor, quien para su sorpresa accede a embarcarse con ellos en busca de una mítica playa conocida como “Boca del Cielo”. Con ella viajan por un México muy diferente al de ellos. En busca del Edén pasan por pueblos, retenes, comunidades rurales. Desde su automóvil se percatan de un México paralelo. Ellos, recipientes de las bondades de una economía próspera, se encuentran cara a cara con una gran masa de mexicanos para los cuales el progreso nunca llegó.

Como espectadores, a través de sus ojos somos testigos de dos Méxicos, uno moderno, desarrollado y altamente productivo; otro que vive profundamente rezagado. Esta dicotomía está magistralmente expuesta cuando llegan a la playa “Boca del Cielo”, un lugar paradisiaco, donde son bienvenidos por Chuy, un pescador hospitalario, y su familia que han vivido ahí por generaciones. Les rentarán un lugar para hospedarse y los llevarán a conocer los lugares aledaños. Mientras, el narrador nos informa que a fines de año Chuy y su familia tendrán que abandonar su hogar cuando comience la construcción de un hotel exclusivo. Se mudarán a la ciudad, pero dos años después regresarán a su lugar de origen, donde Chuy terminará como empleado de limpieza del hotel.

Por un lado hay prosperidad, pero por otro hay una gran porción de la población que vive rezagada. La historia de Tenoch, Julio y Chuy bien podría ser la historia de dos Méxicos que se mueven a distintas velocidades y en direcciones opuestas. El de los dos primeros es moderno, dinámico, altamente productivo y destino premier para inversionistas y multinacionales; el de Chuy un México de mayor tamaño, tradicional y menos productivo.

En días pasados se reportó en este medio que Yucatán registró un crecimiento económico de 6.3% en el primer trimestre del año; lo cual lo coloca en cuarto lugar nacional con respecto al mismo periodo de 2016; pero unos días antes, también en este medio, se reportó que los salarios promedio mensuales en Yucatán siguen siendo los más bajos de la región. Los empleados yucatecos perciben 211 pesos al día, por debajo de la media nacional, que, según el Inegi, es de 284.78. Quizás uno de los indicios de que el salario en Yucatán no alcanza (como antes) sea la propuesta de reducir los espacios de las habitaciones de viviendas económicas. Es más fácil reducir el tamaño de las casas que hacer algo por elevar las percepciones.

¿Cómo reconciliar al Yucatán de cifras históricas con sus trabajadores?

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