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“Nada tiene más poder sobre el cuerpo que las creencias que ocupan nuestra mente”. Es frase de Deepak Chopra y encierra un gran valor. Nuestro peor enemigo y el que más nos puede dañar somos nosotros mismos, pues si no controlamos nuestros pensamientos y emociones, nos pueden llegar a destruir. Si cuando despiertas ves todo con mentalidad negativa y crees que nadie te quiere ni es digno de tu amor, y si sólo buscas las ofensas que te hicieron tus semejantes y no tratas de olvidar y perdonar, has empezado a lesionarte.

Si cada mañana tienes en la boca la frase “piensa mal y acertarás”, vas condicionando tu cerebro a que se programe para tener un mal día, y empiezas a buscar en cada momento lo negativo y lo malo, ocasionando que te salgan arrugas en la cara, que tu cabello empiece a encanecer y tu rostro quede con el aspecto de una pepita de mango agria. Con esos pensamientos de creerte el peor de todos los hombres, no perdonarte y sentir que nadie te puede querer, dañas tu autoestima y te lesionas el alma.

Si cuando alguien te quiere dar un consejo positivo le respondes con gritos, sin escuchar sus motivos, pues te sientes el más inteligente, es cuando tu pesimismo alimenta tu soberbia; te sientes un desgraciado y empiezas a buscar amor, y no te das cuenta que el amor que estás buscando te está buscando a ti en ese mismo instante, pero tu derrotismo, pesimismo y autodestrucción no te dejan vivir.

No se te olvide: “La adicción comienza por buscar algo bueno en el lugar equivocado”. Quieres ser feliz, pero se te ha olvidado conectar tu vida con Dios; deseas una superación personal y sólo enriqueces tu cuerpo, y ¿dónde quedan tu mente y tu alma? Cuando metes a Dios en tu vida, cada mañana al levantarte sientes su amor, tienes la confianza de su apoyo y te das cuenta que no estás solo. Es cuando le das gracias por el calor y el frío, es cuando empiezas a buscar no quien te quiera, sino a quién querer, y empiezas a comprender que esperar las cosas es incluso mejor que tenerlas, pues el que a Dios tiene nada le falta, sólo Dios basta.

Qué bello es ver un rostro amable en estos días, a pesar de la pandemia, pues nos iluminan con su entusiasmo; rostros que sentimos que nos estimulan, en lugar de juzgarnos; personas que saben que la vida es para vivirla y no para sufrirla, pues buscan lo bueno de lo malo, aun en el dolor, a pesar de este coronavirus. Bien dice Spinoza: “No estoy contento por haber triunfado, he triunfado porque estoy contento”.

¡Hoy es un buen día para empezar a gozar la vida!, con la pandemia, sin la pandemia y a pesar de la pandemia. No esperemos que llegue la alegría, vamos a fabricarla con nuestra mente, tiene que salir de nuestro corazón y no venir desde fuera.

Con optimismo y amor, el día será increíble. Todos estamos viviendo y luchando en esta pandemia, y tenemos problemas y contratiempos, pero una mente positiva todo lo logra, con el valor de hacer un cambio en nuestras actitudes. A menudo, una prueba de valor no consiste en morir, sino en vivir.

La frase de Paul Watzlawick es correcta: “Llevar una vida amargada lo puede cualquiera, pero amargarse la vida a propósito es un arte que se aprende”. Ánimo, de esta pandemia saldremos adelante.

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