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La Columna Viernes Cultural sigue vapuleada por la nueva administración educativa panista. Ya se comentó de sus tribulaciones por el despido arbitrario de que fue objeto, por el hecho de laborar en el anterior gobierno estatal, luego de décadas de trabajo y de cientos de tortas mañaneras al servicio del magisterio.

Ahora, le confiesa a El Transcriptor, que interrumpe la lectura cotidiana de Novedades Yucatán, que está mareada, turulata, de tantas vueltas por un simple papel de baja de sus servicios en el ramo educativo del estado.

Cuenta su historia:
Fui al área correspondiente a pedir me entreguen mis papeles, para realizar otros trámites en dependencia distinta de la de educación. Me dijeron que me avisarían para pasar a recogerlos. Olvidó preguntar, en ese momento, si esperaba sentada o no. Bueno, confió y se fue a esperar que le hablaran.

Pasó el tiempo, y nada. Primero, una vuelta, luego otra, y una más y otra adicional, y nada. Leyó tres veces las columnas de El Poder de la Pluma, y nada. Bebió muchos espressos dobles, y nada.

Hizo varias “curas de reposo”, y nada. Revisó a detalle el vestido escotado hasta el ombligo de la Reina Letizia, que lució en el aniversario de la Constitución española, y nada.

Siempre que preguntaba, recibía la misma cantaleta: Están en firma sus papeles. La zozobra seguía, son cuatro firmas, pensaba, cuánto tiempo tardarían en recabarlas.

Primera, el revisor. Segunda, la primera jefa. Tercera, el segundo jefe, Cuarta, la jefa de jefes.

Se angustiaba: Y si el revisor tenía que apagar las velitas de su cumpleaños, abrir los regalitos de sus colegas, y comer el pastelito del festejo, ¿cuándo firmaría? Y si la primera jefa salía a atender un reclamo de otro trabajador despedido injustificadamente, y se peleaba y molestaba, ¿cuándo firmaría? Y si el segundo jefe tenía que ir al banco a ver los depósitos de algún programa educativo, y se daba una vuelta por una plaza comercial, para desestresarse, ¿cuándo firmaría? Y si la jefa de jefes salía de prisa para entrevistarse con el mero mero antes de que éste viajara a Polonia, ¿cuándo firmaría?

A estas alturas, el erotómano de su vida, nerviosísimo también, había derramado sendos espresso dobles, en solidaridad con su querida de los viernes: ¿Firmarán o no firmarán?, “that is the question”, decía.

Al final, La Columna Viernes Cultural tuvo una brillante idea, que reveló la causa de la falta de firma en los documentos educativos. Todo fue producto del “Plan de Austeridad” del gobernador. De su orden de “ahorrar” un “10% en la compra de materiales, útiles y equipos menores de oficina”.

¡Increíble! Se asusta el también prócer de los viernes. No tenían una “pinche” pluma para firmar.

Y comenzó otra preocupación: ¿qué bolígrafo les debo regalar para que puedan firmar los papeles. Uno de lujo, otro no tanto, uno que no sabe fallar, o uno…?

Pero, esa es otra historia para otro Viernes Cultural.
De nada… Saludos…

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