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Dadas las circunstancias sociales en las que vivimos, nos hemos entrampado en situaciones poco claras cuando hablamos de convivencia, esto derivado de las múltiples y erráticas decisiones que nos pueden permitir coexistir. El Estado de Derecho fue ungido como el instrumento que haría posible la convivencia humana, en virtud esto de la cualidad exclusiva del ente humano de ser, a pesar de parecer biológicamente iguales, conductualmente diferentes.

El diseño de tan importante instrumento fue requiriendo a lo largo de su histórico recorrido el uso de distintos entes que pudieran lograr dos indicadores: uno, el relacionado con la voluntad de ceder un poco de libertad natural para un bien común, y otro, que las obligaciones contenidas fueran lo más cercano a la justicia. De su historia podemos extraer, en un principio, que para tan grande tarea se requeriría del aval de quien tuviera el poder de mandar y de ser obedecido; por supuesto, como todo hecho humano, su inicio surge en lo divino, con el aval de los dioses para quien debería gobernar.

Los sucesos subsecuentes fueron abriendo camino para que la parte humana alcanzara tan loable poder, llegando al punto de que el estado obtuvo del pueblo la aprobación para ejercer, en nombre de él, esta tarea social. Cada paso fue sostenido por fracturas sociales, desencuentros y, peor aún, voluminosa cantidad de muertes para preservar lo que hoy denominamos Estado social.

La convivencia hoy ha tomado distintos caminos, la cultura, la educación, las tradiciones, la identidad y algunas cosas más hacen sociedad; el tamaño de tal obra se puede entender recordando el pasado, y sin añorar su regreso, que fue un largo camino para llegar a la cultura de la legalidad. Sin embargo, cada pueblo decide su destino; pensando en no repetir los errores, pero derivado de los acontecimientos cotidianos y la velocidad con la que la descomposición social avanza, pareciera que olvidamos el pasado.

La construcción del cuerpo jurídico es producto de una larga lucha social en la que podemos encontrar oscuros momentos de enfrentamiento y luminosos resultados civiles, es así como de estos dos grandes sucesos se han podido obtener normas más justas, aun cuando algunos de los que las operan han fallado.

Hoy la sociedad deberá reflexionar en qué es lo más provechoso para continuar rumbo al bien común; no cabe duda que seguir por el camino que vamos hiciera parecer que vamos directo a engrosar la descomposición social en todo el territorio mexicano.

El comportamiento errante en nada contribuye a los resultados del Estado de Derecho; solo cumpliendo lo menos y lo más y exigiendo lo mismo de las instituciones, será la forma más objetiva de saber en dónde están los fallos del cuerpo jurídico vigente.

Para la reflexión: ¿Cumpliendo nos dará claridad la eficacia de la norma o el errático camino del cumplimiento nos ayudará a la pacificación social?

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