|
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram
Compartir noticia en twitter
Compartir noticia en facebook
Compartir noticia por whatsapp
Compartir noticia por Telegram

Lipe Lipón es leñador. Todas las mañanas unce la carreta a los lomos de su acémila y con un ¡arreee mula! inicia su jornada. Por la tarde sus rimeros de leña los vende a los panaderos, carniceros y comerciantes del mercado municipal.

El sueño del joven era poder comprar una sierra eléctrica. La constancia en sus propósitos le hizo posible mercar una en buenas condiciones.

La sierra era como un dulce en la boca de un niño. Probó la máquina en el tronco de un árbol que fue abatido como plastilina. Estaba tan realizado que comenzó a pensar en buscar esposa.

Fue en esos días que el diablo metió la cola. Una mañana, mientras trabajaba, un panal de avispas protestó por la destrucción de su casa y los insectos se fueron directo contra su cuerpo; el ataque hizo que la sierra eléctrica se soltara de sus manos y le destrozara las piernas; arrastrándose llegó hasta la carreta. Muy poco pudieron hacer los médicos del hospital para salvar sus extremidades y para evitar una gangrena se las amputaron. Vendió la carreta y la mula y con el dinero obtenido compró una silla de ruedas.

El joven era presa de la depresión, no daba señales de aceptar su situación.

Los médicos de la clínica rural lo remitieron a un psiquiatra, al principio se negaba a consultar, pero fue tanta la insistencia que accedió a visitar al especialista.

El profesional de la medicina le dijo que comprendía el motivo de su depresión.

-La pérdida de tus piernas -dijo el hijo de Hipócrates- es realmente un motivo de angustia. El ex leñador de inmediato lo interrumpió.

-Mi depresión no tiene que ver con la pérdida de mis piernas. Lo que me duele es el cambio que han tenido mis amigos. Ya no me buscan como antes.

El psiquiatra lo miró y le dijo que sus amigos no lo estaban evitando por desamor o rechazo, él ya no era el compañero de elección para hacer esas mismas cosas que antes compartían.

Le aconsejó que buscará a sus iguales, con ellos podría divertirse. Le explicó que podía nadar, podía bailar, pero en grupos de personas a quienes también les faltaran las piernas... Debía entender que sus amigos no estarían con él ahora como antes, porque las condiciones de él y ellos eran diferentes... Ya no eran sus iguales.

Lipe Lipón sintió que un velo se descorría y esa sensación lo serenó.

En el camino a su cabaña, repetía la receta del doctor. “Nuevas relaciones con iguales”.

Cuando llegó a su morada, tomó la sierra eléctrica, la cargó con combustible, la aceitó y comprobó su funcionalidad.

-En cuestión de horas voy a tener muchos iguales, voy a cortarles las piernas a los que fueron mis amigos y así tendré muchos iguales -decía, mientras reía como desquiciado.

Lo más leído

skeleton





skeleton