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En Tizimín, la estación de trenes es una ruina, las paredes cansadas sufren por mantener en su lugar parte del techo que aún no cae. Ni los parias se atreven a pernoctar en ese lugar por temor a perder la vida o morir de una infección; en una de las bardas perimetrales, la lluvia deslavó la pintura más reciente dejando al descubierto una propaganda del entonces candidato Adolfo Ruiz Cortines.

Las estaciones de trenes construidas a base de piedras están derruidas. Ese es el común de casi todas, algunas nomás han sido rescatadas para albergar oficinas municipales, casas de cultura u oficinas del DIF.

En la ruta mayor a Coatzacoalcos la destrucción fue debidamente planeada, a la empresa concesionaria sólo le importó el sistema de rieles y nunca se ocupó del derecho de vía y tampoco existió una legislación en esa materia. Este resquicio fue utilizado por personas que se apropiaron de estos inmuebles para utilizarlos como oficinas particulares, casas habitación o locales para el comercio formal. Nada escapó a la invasión, hasta las armoneras pasaron a manos de nuevos usufructuarios.

En Mérida dos edificios de los ferrocarriles fueron rescatados y remozados: el primero, la emblemática estación central de ferrocarriles (construida en 1913), actualmente sede de la Escuela Superior de Artes de Yucatán; el otro edificio es lo que fue el antiguo Sanatorio Rendón Peniche, que funcionó como Hospital de Concentración de los Ferrocarriles Unidos del Sureste hasta que los ferrocarrileros fueron incorporados al IMSS, en este lugar la UNAM mantiene la sede del Centro Peninsular de Humanidades y Ciencias Políticas. buen destino han tenido estos dos expresivas construcciones que hablan del pasado glorioso de los ferrocarriles en Yucatán.

Los ferrocarrileros siempre fueron una gremio combativo, grandes movimientos sociales y obreros fueron conducidos por personajes como el oaxaqueño Demetrio Vallejo, Valentín Campa y otros comunistas de antaño. No está por demás recordar que el término “charrismo sindical” fue acuñado por Vallejo en alusión a que el sindicato de ferrocarrileros estaba presidido por Alfonso Díaz, que gustaba vestirse de charro. En Yucatán dos personajes ferrocarrileros presidieron el Ejecutivo, ambos de vocación socialista: Carlos Castro Morales y Felipe Carrillo Puerto. El primero fue maquinista y llegó a ser superintendente de transporte y gerente general de los Ferrocarriles Unidos de Yucatán; en cuanto a Carrillo Puerto se tiene constancia de que se desempeñó como conductor de trenes antes de partir a su aventura de aprendizaje en el ejército campesino del general Emiliano Zapata.

Los ferrocarriles no sólo han modificado el paisaje, también han contribuido al movimiento de poblaciones, alrededor de las líneas férreas han florecido nuevos asentamientos humanos y otras visiones de la modernidad; alguna vez el ferrocarril estuvo acompañado de modernidad y progreso, yo le agregaría de conectividad necesaria en estos presentes.

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